Los dominicanos tenemos una proclividad a la protesta, que lamentablemente se manifiesta en forma caótica. Hay tantos problemas y no surge un movimiento social serio o político que canalice las insatisfacciones. Ese es uno de los grandes fracasos de los gestores populares que sólo consiguen que la gente queme goma, destruya o provoque caos al tránsito, por cualquier cosa. Cuando es necesario movilizar a la población por causas verdaderamente justas, pacíficamente, no hay quien logre aglutinar de verdad una fuerza significativa que exprese un sentimiento nacional.
La escuela popular dominicana erró en el método, y cuando tiene que manifestarse lo que provoca es que algunos individuos encapuchados o no salgan por calles, caminos, callejones y carreteras, derrumben árboles, quemen gomas y lancen desperdicios. La gente que sufre se encierra en sus casas, llena de miedo.
Amplias zonas fueron azotadas por las lluvias y las ráfagas de vientos de Sandy, y el servicio eléctrico quedó afectado. En las áreas más marginadas, algunos vecinos resolvieron los problemas como pudieron. En otras, algunas brigadas del sistema repusieron las líneas, pero siguen las quejas.
La respuesta es la protesta loca. Es una insensatez, sobre todo cuando afectan el tránsito, y peor aún, cuando impiden el transporte de una región a otra. Es muy doloroso cuando conductores o transportistas han recorrido decenas de kilómetros de una ciudad a otra y a medio camino encuentran una “protesta encendida” porque dos o tres lugareños decidieron obstruir el tránsito, a veces con la mirada indiferente de la Policía. Eso es alteración del orden público.
Parece que la gente se olvidó de que el huracán Sandy generó una situación de emergencia. Derribó torres, postes eléctricos, líneas colapsaron y en lo inmediato tuvimos un apagón general. Pero la CDEEE ni siquiera presenta un informe de la situación.
Deducimos que remediar todo eso toma tiempo. Es justo que quienes todavía no reciben el servicio, y pagan, protesten, pero no caóticamente. Es insensato.
