Árabes y judíos en América y el gran Caribe

Déjame ir a la caza de grullas abatidas…porque mi único afán es cazar al impío, aunque se halle bajo tierra…

Déjame ir a la caza de grullas abatidas…
porque mi único afán es cazar al impío, aunque se halle bajo tierra o en ásperas montañas!
Cuando el sol cenital echa fuego por los caminos,mi solo resguardo es la sombra de las banderas tremolantes.
No necesito jardines, ni imponentes
palacios, porque habito en el desierto
bajo tiendas.
Di a todo el que reposa entre cojines:
«La grandeza se consigue soportando el rigor de las campañas. Vuela en pos
de ella, afrontando privaciones, y, si no, serás el más vil de los nacidos».
Traducción de Elías Terés.

En el artículo de la semana pasada iniciamos una serie de entregas sobre la migración árabe y judía a América Latina y el Caribe, y cómo, a pesar de las diferencias políticas, culturales y religiosas, al llegar a las nuevas tierras de adopción y en su calidad de migrantes con nuevos idiomas, costumbres y necesidades, tuvieron que abandonar sus diferencias y unirse para poder adaptarse a sus nuevas circunstancias. De forma sucinta presentamos la experiencia de Argentina. Hoy trabajaremos con el mismo tema a partir de una excelente publicación que salió a la luz hace apenas dos años [i].
La mayoría de los investigadores concuerdan que a finales del siglo XIX y principios del XX se produjo una migración masiva a América Latina de una gran parte de los habitantes de Bilad al-Sham (Siria, el Líbano y Palestina). No llegaron solos. Estuvieron acompañados de españoles, italianos, franceses y portugueses. ¿Por qué esa migración masiva? Emprendieron un largo viaje para hacer las Américas. La causa fundamental es, por supuesto, económica. Un elemento interesante es que debido al desconocimiento étnico y geográfico de nuestros pueblos latinoamericanos, esa migración árabe fue llamada turca. Todos eran turcos, aunque no provinieran de Turquía. Afirman los entendidos en la materia que el malentendido de denominar turcos a esa masiva migración de origen árabe, es que llegaban con pasaportes del Imperio Turco Otomano, cuya capital era Estambul.

Grandes intelectuales del continente son escritores descendientes de árabes, entre los que podemos citar a Gabriel García Márquez, Jorge Amado y Ernesto Sábato, solo para mencionar algunos. En la actualidad existen importantes empresarios y hombres de negocios cuyos abuelos migraron a principios del siglo XX, como es el caso del empresario mexicano Carlos Slim, descendiente de libaneses, quien por demás es según se dice, el hombre más rico del mundo. Su hija, Sumaya, haciendo un reconocimiento de su origen, se ha dedicado a recuperar todo el patrimonio creativo (literatura y pintura) de muchos artistas árabes.

La publicación que mencionamos al inicio está auspiciada por la entidad denominada “Casa Árabe” que opera en España y recientemente ha abierto un programa llamado Arabia Americana, dedicado al estudio de la presencia árabe en el continente americano y los nexos e hibridaciones que se han ido formando en estos últimos años entre ambos mundos.

El libro “Contribuciones árabes a las identidades iberoamericanas”, contiene las ponencias de un seminario organizado en Río de Janeiro conjuntamente con la Secretaría General Iberoamericana (Segib). El propósito era hacer una triangulación España-mundo árabe-Iberoamérica sobre los aportes de la migración árabe en América. La presentación estuvo a cargo de Gema Martín Muñoz, directora general de Casa Árabe, y define a la migración árabe como un contra ejemplo del llamado choque de civilizaciones.

Afirma la autora que la primera etapa migratoria que se produjo a finales del siglo XIX no fue nada fácil, especialmente para ese grupo de seres que habían cruzado mares y tierras en busca de un hogar, pero chocaron abiertamente con los valores civilizadores europeizantes que defendían la superioridad europea y de la raza blanca frente a lo que ella denomina “los otros”, especialmente de esos «turcos» procedentes de un Oriente Medio. Estos prejuicios hicieron más difícil la adaptación a la lengua, la cultura y a la sociedad de los migrantes. Sin embargo, como afirma la investigadora, lograron incorporarse y sobre todo, integrarse.

Ante la necesidad de sobrevivir, el pequeño comercio fue su principal actividad económica. Estaban, además, dispuestos a ir donde los latinoamericanos no querían: a los más lejanos rincones de los diferentes países, a los campos, lejos de los centros urbanos principales, a los puntos geográficos más lejanos y entonces casi inexpugnables. La venta ambulante y el oficio de buhoneros (lo vendían todo) caracterizó su modo de vida primigenio en el nuevo continente. De ese negocio nacieron grandes o pequeñas fortunas que permitieron medrar a sus hijos a través de la educación y las profesiones liberales y, hoy en día, forman parte de toda la geografía americana, particularmente en la sudamericana (no hay un solo país de este enorme continente que no tenga prominentes descendientes de árabes) [ii].

¿Aportaron estos hombres y mujeres a la construcción de las entidades nacionales iberoamericanas? ¿Contribuyeron  a la consolidación de esos nuevos países americanos desde el punto de vista político, económico y cultural? La respuesta de la directora de Casa Árabe es total y absolutamente afirmativa. Afirma, sin resquemor alguno, que la diversidad fue su signo… Es un pequeño caleidoscopio de la pluralidad de confesiones orígenes de Oriente Medio (cristianos maronitas y ortodoxos -mayoritarios- musulmanes sunníes y chiíes, drusos, judíos) y, si bien los avatares convulsos de los conflictos en esa parte del mundo no les son ajenos, su arabidad común y su identidad nacional iberoamericana es un aglutinador que, pese a las discrepancias, frena que se pase a mayores. Normalmente el diálogo y la comunicación prevalecen.[iii].
Para la investigadora, el solo hecho de que intelectuales, empresarios, políticos y hasta expresidentes de diferentes repúblicas latinoamericanas tengan descendencia árabe, es una muestra más que fehaciente de esa decidida integración.

Uno de los elementos más interesantes de la reflexión de la autora es que el fenómeno de integración de los árabes en América no sólo fue exitoso porque permitió una armonía nacional a través de una exitosa mezcla de identidades, sino y sobre todo porque, afirma que la experiencia de la Arabia americana ha dejado al desnudo las teorías apocalípticas sobre el choque de civilizaciones. Las generaciones americanas de origen árabe han mostrado la posibilidad del mestizaje y la perfecta integración entre lo árabe y lo occidental [iv].

Interesante reflexión de Gema Martín. En todo este proceso de investigación de las migraciones se impone un abandono completo de paradigmas preconcebidos e interpretaciones preestablecidas. La apertura nos permitirá dirigirnos por senderos nuevos y desconocidos. Sobre este tema seguimos en la próxima entrega.
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[i] Lorenzo Agar, Horacio Cagni, Darío Euraque, Luis Fayad, Milton Hatoum, Farid Kahhat, María del Mar Logroño, Carlos Martínez Assad, Rosa-Isabel Martínez Lillo, Rigoberto Menéndez, Hamurabi Noufouri, Camila Pastor, Paulo Hilu Pinto, Oswaldo Truzzi, María del Pilar Vargas, Zidane Zeraoui, Contribuciones árabes a las identidades iberoamericanas, publicado por Casa Árabe. www.casaarabe.es/documents/download/928 isbn: 978-84-613-6700-9
[ii] Gema Martín, Prólogo del libro, Ibídem.
[iii] Ibídem.
[iv] Ibídem.

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