Una verdadera Navidad demanda que la “tregua” se extienda a la convivencia familiar y ciudadana en general.

Muchos otros ruidos afectan la interacción diaria dominicana: el irrespeto generalizado; la desconsideración hacia los demás; la arrogancia; el círculo del odio que obstaculiza el perdón y reconciliación entre vecinos, amigos o parientes; la violencia al pecho, para citar algunos.

La sociedad de consumo aleja la celebración navideña de su esencia cristiana, pero con buena voluntad estamos en capacidad de aportar para rescatarla. La diversión puede ser compartida con el propósito de mirar a nuestros semejantes con sentido de empatía y solidaridad.

Tanto como tregua política necesitamos un tácito armisticio de todos contra la falta de entendimiento.

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