Arsenio Ureña y lo que es un amigo

Ramón Antonio Negro VerasAbogadoLa motivación de este artículo: La partida de Arsenio Ureña.

Ramón Antonio
Negro Veras
Abogado

La motivación de este artículo:
La partida de Arsenio Ureña.

Por allá, por la década del 50 del siglo pasado, contando yo con 19 años de edad, trabajaba como mensajero en una farmacia de mi ciudad natal, Santiago; mis labores las realizaba en horario de 8:00 de la mañana a 12:00 del mediodía, y de 2:00 a 6:00 de la tarde. Una vez concluía mis labores en la farmacia me trasladaba a mi hogar, cenaba y de inmediato me marchaba hacia la Academia Santiago, donde realizaba estudios comerciales, desde las 7:00 hasta las 10:00 de la noche, de lunes a viernes.

Una tarde, en la farmacia fui encargado de llevar una medicina a una casa ubicada en la acera suroeste de la esquina formada por las calles 16 de Agosto y avenida Valerio de Santiago.

Frente a frente a la casa donde debía de entregar la medicina, pero en la esquina noroeste, estaba ubicado el almacén identificado con el nombre de J. Toribio Ureña, y ahí trabajaba un jovencito de color blanco, pelo lacio, algo tímido, que por su forma de hablar me di cuenta de que tenía origen rural y no hacía mucho que había llegado a Santiago.

Establecí comunicación con el jovencito, le di mi nombre y él me dio el suyo: “Arsenio Ureña, y trabajo en este almacén que es propiedad de un pariente mío”.

Desde ese encuentro Arsenio y yo nos comenzamos a tratar. Con el tiempo me fui a la universidad, y Arsenio pasó de ser empleado a tener su propio negocio.

Nos mantuvimos siempre en comunicación fraterna, aunque por actividades laborales muy diferentes -él empresario y yo abogado-, no siempre estábamos juntos, pero cuantas veces nos encontrábamos, compartíamos con toda franqueza y cariño.

Siempre le manifestaba a Arsenio mi satisfacción por el progreso económico que había logrado con su propio esfuerzo. Desde muy joven fue un trabajador incansable, y muy consecuente con sus trabajadores.

En su oportunidad, Arsenio y yo residíamos uno al lado del otro, separados por una pared, lo que nos permitió ser además de amigos, vecinos.

Cuantas veces Arsenio me confiaba un nuevo proyecto empresarial suyo le felicitaba y animaba para que continuara siendo el hombre emprendedor y de éxitos. El tuvo la dicha de tener en su esposa Camelia, a una gran compañera, unidos levantaron una bonita familia.

No olvido que el mismo día 2 de junio de 2010, cuando mi hijo Jordi fue víctima de una tentativa de asesinato, Arsenio se presentó a la clínica ante mí, me dio un fuerte abrazo, y al oído me dijo: “Negro, tengo para ti todo el dinero que necesites para salvarle la vida a tu hijo”. Le di las gracias, me sentí como si hubiera aceptado su acto de solidaridad. Los gestos de solidaridad y desprendimiento formaron parte del comportamiento de Arsenio, siempre dispuesto a extenderle la mano a quien precisara ayuda.

En los últimos tiempos, cuando nos encontrábamos, Arsenio siempre me decía: “Negro, voy a ir a tu casa a sacarte amarrado para que me acompañes en el campito de Los Montones”.

Precisamente, el sábado 14 de enero del año en curso 2012, aceptando las reiteradas invitaciones de Arsenio, en compañía de mi hijo Ho-Chi Ernesto, me trasladé a Los Montones a la acogedora casa de la familia Ureña Rodríguez. En todo el curso del encuentro en Los Montones, los presentes, amigos todos de Arsenio y su familia, pasamos un día sumamente agradable, inolvidable. Arsenio departió con los asistentes a todo dar.

Pero la vida cambia, a veces, en un santiamén, y del recuerdo de un momento de alegría, en un instante llega la noticia triste, y ahora así me ha ocurrido a mí.
Todavía tenía presente el momento feliz que había disfrutado con Arsenio, sus familiares y amigos comunes. Pero en el mes de marzo del presente año recibí la infausta noticia de que mi amigo Arsenio, estaba afectado en su salud, que había sido trasladado a tratamientos médicos hacia los Estados Unidos de Norteamérica. Hice contacto con Juan Manuel, uno de sus hijos, para saber el estado en que se encontraba su padre. A su regreso al país, seguí en forma permanente informándome de cómo seguía Arsenio.

El día 13 del mes de abril, me informé, por medio de uno de mis hijos, que mi amigo Arsenio continuaba muy enfermo. Esta noticia me motivó a dirigirle a Arsenio, una carta con el siguiente contenido:

Santiago de los Caballeros.
13 de abril de 2012.
Señor:
Manuel Arsenio Ureña.
Sus manos
Mi amigo Arsenio:
Me siento sumamente bien porque tengo calidad para dirigirme a ti y decirte: amigo.
Ciertamente, nuestros lazos de amistad comenzamos a cultivarlos por allá, a mediados de la década del cincuenta del siglo pasado, cuando nos conocimos, tú recién llegado de La Sierra, y laborando en la J. Toribio Ureña, un pequeño almacén ubicado en la acera oeste de la esquina formada por las calles 16 de Agosto y avenida Valerio de esta ciudad de Santiago. Para esa misma época yo trabajaba como mensajero de una farmacia.

Recuerdo que luego, con tu esfuerzo y laboriosidad, instalaste tu propio negocio en la avenida Valerio, entre las calles Eladio Victoria y Máximo Gómez.

Arsenio, lo que menos yo suponía era que llegarías a ser mi vecino, en la calle Salvador Cucurullo 151, casi esquina Colón, a raíz de tu matrimonio con tu eterna compañera Camelia.

Para más fortalecerse nuestra amistad, por feliz casualidad nuestros hijos estudiaron juntos los primeros años.

Arsenio, siempre te he dicho que tú eres de mis líderes empresariales de Santiago. Admiro en ti tu decisión de emprender nuevos centros de producción generadores de empleos. Esto ha impulsado respeto y admiración hacia ti en lo mejor de la sociedad dominicana que ve en ti un hombre de bien, un gran ser humano dispuesto a extenderle la mano solidaria a quien precise de ella.

En otro orden, sé que comprendiste lo agradable que fue para mí compartir contigo, tu familia y decenas de amigos comunes en tu acogedora casa de Los Montones, el día sábado 14 de enero del año en curso 2012. Me sentí ese día un hombre feliz al verte a ti, contento, pelándoles naranjas a tus invitados. En ese instante me remonté a la época cuando nos conocimos, tú y yo en plena juventud, y ya hoy somos miembros del Club de la Tercera Edad.

De la visita a Los Montones quedé tan vivamente emocionado que recientemente le dije a nuestro común amigo, el ingeniero José Israel Cuello, que organizáramos contigo y Camelia un nuevo encuentro en la casa de campo de ustedes.

Por medio de tu hijo Juan Manuel, le he dado seguimiento a tu estado de salud. Sé que tú vas a superar tu quebranto; tú mereces vivir muuuuuuchos años para satisfacción de todos los que te admiramos y queremos.

Arsenio, aprovecho la ocasión para decirte que me he motivado escribirte estas líneas como reiteración de mis afectos y distinción hacia ti. Nuestros vínculos de amistad se han solidificado con el transcurso de más de 55 años, y así será por siempre. Con mucho cariño, mucha salud y afectos para ti.
Muy atentamente,
Ramón Antonio Negro Veras.

Después supe que Arsenio se había sentido muy contento con lo que le había expuesto en mi carta.

Debo confesar que después del fallecimiento de mi compañera Carmen, víctima de un cáncer terrible, se me ha hecho muy duro, anímicamente, ver a un ser querido postrado en una cama sufriendo de esa enfermedad.

Puedo decir que la vida me ha puesto a prueba en los ángulos de la alegría y la tristeza. Muchas veces ella me enseña la parte fea de la existencia del ser humano, porque me ha hecho pasar momentos amargos, ácidos, de crueldad, siento que en estos momentos me ha tratado sin compasión ni misericordia. Hoy recibí la fatídica noticia de que mi entrañable amigo, Arsenio Ureña, ha fallecido.

Con la partida de Arsenio, el país pierde a un gran ser humano, a un gran hombre, sumamente generoso, solidario, laborioso, emprendedor.

Todos aquellos que tuvimos la dicha de conocer, compartir y valorar en vida a Arsenio Ureña, debemos de sentirnos honrados de haber contado en nuestro medio social con un hombre de su sensibilidad, comprensión, delicadeza, que durante toda su existencia supo transmitir cariño, paz y alegría a los demás.

De mi parte, hoy, ante la ida de Arsenio, me limito a decirle desde aquí, el planeta Tierra, que le recordaré siempre con el mismo cariño, admiración y respeto, orgulloso de poder llamarle mi amigo.
18 de abril de 2012.

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