Atractivos del Mirador Norte

Antonio Bautista tiene al menos cinco meses trabajando en el Parque Nacional Mirador Norte. Vive relativamente cerca y los fines de semana trae a sus…

Antonio Bautista tiene al menos cinco meses trabajando en el Parque Nacional Mirador Norte. Vive relativamente cerca y los fines de semana trae a sus tres hijos a pasar un rato en su enorme área de trabajo. “Es muy bueno para pasarlo en familia, mis hijos no salen de aquí”, señala mientras rema, en el lago artificial Yaguasa, en una pequeña canoa en la que “caben” seis personas. De este último dato cualquiera duda, por el tamaño de la embarcación.

Bautista tiene razón al decir que el Mirador Norte es un agradable paseo, tomando en cuenta que el capitaleño no tiene muchos espacios libres, verdes, frescos y bellos para disfrutar.

Las grandes metrópolis tienen este problema y es por ello que un “pulmón” en medio de la gran ciudad, es un privilegio para la población. Un privilegio que todo el que vive en Santo Domingo Norte debe conocer.

El parque está abierto desde las 8:00 de la mañana hasta las 5:00 de la tarde. Entre otras atracciones y servicios, la administración ofrece el alquiler de bicicletas para que los visitantes recorran toda el área.

Pero además, acuden grupos a practicar aeróbicos, mientras que otros van de retiro religioso, o simplemente en excursiones familiares.

Aunque en algunas áreas se percibe un poco de descuido y abandono, también, como parte de las actividades que se desarrollan a diario, muchas parejas seleccionan las áreas para celebrar sus uniones matrimoniales. Son muchos los novios que alquilan los salones del restaurante La Cotorra para darse el sí en un ambiente natural.

Empero, muchos desconocen qué hay dentro de las extensas cercas que guardan más de nueve kilómetros cuadrados de biodiversidad, en Santo Domingo Norte, a quienes la administración del lugar deja una invitación abierta para que vayan a experimentar un encuentro con la naturaleza.

En la pequeña barquita, con el miedo de caer al agua turbia del lago artificial Yaguaza y escuchando el cantar de las aves, a cualquiera se le olvida que está en la concurrida y estresante capital. Esto sucede mientras se realiza una visita al Parque Nacional Mirador Norte.

Con 9.41 kilómetros cuadrados de verdor, es el parque urbano más grande de la ciudad de Santo Domingo, equivalente (no igual, tampoco parecido) a lo que significa el Parque Central para la ciudad de Nueva York.

El acceso al parque cuesta entre RD$20 y RD$30. Ese dinero lo maneja la administración para preservar y sostener el enorme jardín, casa de, al menos, el 60 por ciento de las especies de aves del gran Santo Domingo y una buena parte de la variedad de plantas que tiene la República Dominicana.

Pero antes de cualquier decepción, es muy probable que en la visita solo observe patos, gansos y peces. Cada día, un promedio de 300 personas asisten al área recreativa, siendo los fines de semana cuando más visitadas se registran. La puerta número cuatro es la más popular, de las seis entradas del parque.

Además de disfrutar los juegos infantiles, las canchas deportivas, el play, las cafeterías y el restaurante La Cotorra, los visitantes pueden alquilar bicicletas y hasta uno de los dos caballos que hay en el Mirador para recorrer el área.

También, por 30 minutos y a un costo de RD$100 el visitante puede alquilar pequeñas embarcaciones y botecitos de pedal para recorrer el lago artificial.

El turbio lago Yaguaza

Aunque los empleados del parque aseguran que el lago artificial Yaguaza “no es peligro para un adulto” y no tiene gran profundidad, las aguas turbias dan otra impresión y su contaminación pone en alerta a cualquiera para evitar que el agua le salpique. Aun así, la vista queda corta para capturar todo el verdor que exhibe este panorama y resultaría absurdo perdérselo. El terreno, con una dimensión de 9.41 kilómetros cuadrados, está limitado por las avenidas Mirador Norte, Hermanas Mirabal, Jacobo Majluta y al sur, por el río Isabela. Antes de constituirse en parque, una parte de este territorio era una hacienda de vocación agrícola y ganadera que el presidente Joaquín Balaguer, en el año 1992, declaró como propiedad del Estado. El Parque Nacional Mirador Norte fue inaugurado en julio del 1996, luego de tres años de planificación y construcción.

Las puertas

Seis puertas completan todo el parque y cada una de ellas tiene sus encantos particulares. La primera, contiene las canchas de baloncesto y voleibol. Aunque actualmente no están siendo utilizadas, pues según explica el administrador del parque, Reinaldo Soriano, están en proceso de remodelación.

En la puerta dos hay juegos infantiles, además tiene varias terrazas panorámicas, caminos peatonales y dos senderos. Y en la puerta tres, dicen que se percibe la vista más hermosa de la zona, hacia el lago artificial que está ubicado en la puerta cuatro, el área más visitada de todo el parque por sus atracciones. Es en la puerta cuatro donde se alquilan los botecitos, las bicicletas y hay canchas deportivas (en sustitución de las que se están remodelando). En la quinta entrada están las oficinas administrativas, un dispensario médico y una botica.

Platos típicos en un ambiente natural

El restaurante La Cotorra está ubicado en la puerta número tres del Parque Nacional Mirador Norte. Todos los días desde las 9:00 de la mañana hasta las 5:00 de la tarde ofrece un menú de platos típicos y sofisticados, y un bufé todos los domingos para la hora de almuerzo.

 Además, el lugar es utilizado para celebrar bodas y recepciones, que se realizan en los salones del restaurante, en las amplias áreas verdes es común que la gente organice retiros, excursiones y días de campo.

En cuanto a la seguridad del lugar, actualmente hay 40 empleados asignados para vigilar los más de nueve kilómetros de área verde que componen este parque, por lo cual, los incidentes que se han registrado, al menos dentro del Mirador, se han limitado a pleitos entre ciudadanos.

Sin embargo, se supo que los residentes de la zona que acuden a las inmediaciones del parque a ejercitarse preferían salir tarde en la mañana a trotar, por miedo a ser víctimas de la delincuencia a primera hora del día.

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