BEIJING — En medio de un gran número de falsificaciones en China entre las que figuran los falsos iPhones, DVDs pirateados e imitaciones de carteras Louis Vuitton, un comerciante de arroz Lin Chunping llevó la tendencia a un nuevo nivel al inventar un banco estadounidense y afirmar que lo había comprado.
El poco conocido empresario saltó a la fama en enero cuando los medios estatales informaron que había adquirido el Atlantic Bank con sede en Delaware.
La adquisición sin precedente le valió grandes elogios, su pueblo lo nombró en un cargo político de prestigio y la prensa estatal calificó su experiencia empresarial como «legendaria».
Pero el Atlantic Bank nunca existió en Delaware. Al comprobarse la farsa Lin admitió que había hecho «exageraciones» con el propósito de aumentar su estatus social.
Su espectacular ascenso y colapso demuestran como el arte de la falsificación ha evolucionado en China, en una metamórfosis desde la fabricación de copias de productos hasta la creación de instituciones y carreras.
