EL BARRO, AZUA. La calle de entrada de El Barro, es un jardín. La decoran dos largas hileras de trinitarias, arbolitos chinos, y palmas, que llenan de color y frescura el ambiente.
Las plantas, colocadas en jardineras de mampostería de piedra, son el orgullo de las autoridades locales que las sembraron, y de las familias que cotidianamente se ocupan de protegerlas, podarlas y alimentarlas con abono natural y agua.
La idea de embellecer con flores a todo el pueblo le surgió al director de la Junta Municipal, Nicolás Guzmán, cuando agotaba un viaje de capacitación en Texas.
Cuenta que se conmovió “profundamente” al ver que, a pesar de la hostilidad del clima tejano, allí el gobierno y la población se ponen de acuerdo para hacer que sus calles parezcan inmensos jardines públicos.
“Los regidores aceptaron la propuesta, y nos pusimos en conversación con la comunidad. Las familias se encargan de cuidar las matas que quedan al frente de sus casas”, indica Guzmán, orgulloso porque con un costo de RD$200 mil el organismo que dirige pudo construir una obra que afecta positivamente la vista y el ánimo de los residentes y de los visitantes del distrito, que salen del centro de Azua viendo espinas, hierbas y bayahondas, para toparse de repente con la imagen de un pueblecito hecho belleza.
Ángela Pérez, de 24 años, apoya las declaraciones de Guzmán. Parada frente a las trinitarias rojas que adornan su hogar, asegura que las jardineras han cambiado la forma de vida de la gente del lugar. “No es lo mismo que antes. Ahora todo se ve más bonito, porque las matas son un adorno. En mi casa las cuidamos mucho”.
Necesidad
La única calle de El Barro que está completamente pavimentada es la principal, que sirve de entrada y salida.
La Junta Municipal espera que en el plan nacional de asfaltado que el presidente Leonel Fernández anunció recientemente, el distrito sea favorecido. El polvo de las vías, dice el director de la Junta, Nicolás Guzmán, afecta la calidad de vida de la población, especialmente la de los niños. l jhonatan liriano
