Benedicto XVI

La renuncia del Papa Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, desatará todas las lecturas. Pero él ha dicho que lo hizo por su salud. “Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada,&#8

La renuncia del Papa Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, desatará todas las lecturas. Pero él ha dicho que lo hizo por su salud. “Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menos grado, sufriendo y rezando”.

Ha sido un acto que el propio Papa declara que ejerce a plena voluntad. Se podrá decir cualquier cosa, pero al jefe de la Iglesia Católica hay que creerle, por su dignidad y su historia como firme defensor de las más vitales tradiciones de esa confesión.

En cualquier caso, siempre habrá lugar para elucubraciones. Su determinación rompe con la tradición. En 2013 años es apenas el sexto Papa que renuncia, en su caso, de manera voluntaria.

Su decisión deja muchas enseñanzas. Una de importancia: comprender y aceptar la realidad. Su elevada consciencia, su humanidad y su fe, factores que lo indujeron a la renuncia, decisión que resulta tan difícil para muchas personas en el mundo. Renunciar cuando las circunstancias así lo recomiendan.

En su caso, debió ser un ejercicio indescriptible de introspección y sublimación que se afirma en su espiritualidad y en su humildad, que lo lleva a reconocer públicamente que no cuenta con la vitalidad necesaria, tanto del cuerpo como del espíritu para ejercer bien su elevado ministerio, en tiempos tan difíciles. Fue, aunque pocos lo entiendan, un grito de libertad.

Los seres humanos ordinarios son renuentes a aceptar el paso del tiempo, que deja huellas. Las ambiciones, la sed de poder y la acumulación de fortuna, no siempre permiten comprender cuándo debe producirse un retiro.

La humildad antes mencionada y la fe, facilitan a hombres como el Papa Benedicto, preferir los paseos solitarios por los Alpes que los reflectores y la majestad de la pompa vaticana, como él mismo ha confesado. Es en esa perspectiva que debe ser valorada su renuncia.

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