La Biblioteca Nacional

En los últimos días, con ocasión de celebrarse en Santo Domingo la XIX Internacional del Libro 2016, he visitado -con asiduidad- la histórica Plaza de la Cultura.

En los últimos días, con ocasión de celebrarse en Santo Domingo la XIX Internacional del Libro 2016, he visitado -con asiduidad- la histórica Plaza de la Cultura.En la Plaza de la Cultura, sede de la Feria del Libro, funcionan varias instituciones (históricas) entre las que figuran el Museo del Hombre Dominicano, el Teatro Nacional Eduardo Brito; el Museo de Historia y la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña.

La Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña, inaugurada el 28 de febrero de 1971, es un “glamour” de la cultura dominicana y debe ser visitada con más frecuencia, principalmente por los jóvenes que cursan estudios en liceos, colegios y universidades del país.

En uno de mis recorridos por la Feria del Libro, estuve en el salón de lectura (tercera planta) de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña. ¡Y quedé maravillado, lleno de felicidad!

En este templo de la cultura nacional, que dirige con eficiencia, entereza, denodado esfuerzo y esmero el intelectual Diómedes Núñez Polanco, es fortalecido por miles de documentos que marcan la cultura y nuestra historia de libros.

Resaltar que una considerable cantidad de las obras que posee esa institución provienen de donaciones privadas, así como de universidades, institutos y especiales aportes de escritores dominicanos.

En un breve diálogo con Núñez Polanco me percaté -aunque no se lo hice saber- de su entrega total (24/7) a la biblioteca la cual debe considerar como su segunda casa. Núñez Polanco, quien en la presente edición de la Feria Internacional del Libro recibió esta semana un merecido homenaje, con una calle rotulada con su nombre, es un trabajador incansable en todo lo que se refiera a la cultura y el libro.

¡Se desvive por todo lo que sea fortalecer los entes culturales del país!…busca que cada día la cultura arrope a la juventud dominicana y, en sentido general, al pueblo llano.

Me place estar en la sala de lectura de la institución cultural. Allí la quietud permite a los lectores disfrutar las obras que caen en sus manos.

La Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña es sinónimo de organización, higiene y limpieza en todos sus salones y colaterales. Es un singular reconfortante para sus visitantes.

Si se tratara de una competencia deportiva, a las autoridades de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña -encabezadas por Diómedes Núñez Polanco-, habría que declararlas ganadoras…¡y entregarles la medalla de oro!

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