Bienvenido, monseñor Okolo

INTRODUCCIÓNLos titulares de los medios de comunicación y sus reseñas sobre la entrada oficial del nuevo Nuncio y Delegado Apostólico en República Dominicana, el arzobispo Jude Thadeus Okolo, expresan claramente la…

INTRODUCCIÓN

Los titulares de los medios de comunicación y sus reseñas sobre la entrada oficial del nuevo Nuncio y Delegado Apostólico en República Dominicana, el arzobispo Jude Thadeus Okolo, expresan claramente la positiva acogida que el país le quiere dar.

El Gobierno dominicano lo recibió y acogió en la ceremonia de presentación de credenciales el 26 de noviembre del año en curso. El Episcopado Dominicano, y con él toda la Iglesia, que peregrina en estas tierras dominicanas, le dará la bienvenida formal, el lunes 9 de diciembre, en el marco de la celebración de una  Eucaristía en la Catedral Primada de América, en Santo Domingo, a las 5:00 p.m. En este ambiente de bienvenidas y acogidas, me parece que puede ser útil reunir en un solo artículo datos de su curriculum vitae, algunos aspectos generales de su misión en tierras estas caribeñas y la Carta del Papa Francisco en torno a dicha misión, concretamente en República Dominicana.

1. Currículum vitae
He aquí, someramente, datos importantes de la vida de Mons. Okolo:
Nació en Kano (Nigeria) el 18 de diciembre del 1956.

Ordenado sacerdote el 2 de julio del 1983. Obtuvo el Doctorado en Derecho Canónico. Ingresó en el Servicio Diplomático de la Santa Sede en el año 1990 y sirvió sucesivamente en las Representaciones Pontificias en Sri Lanka, Haití, Antillas, Suiza, República Checa y Australia. Fue nombrado Nuncio Apostólico en República Centroafricana y Chad el 2 de agosto del 2008. Fue ordenado Arzobispo titular de Novica el 27 septiembre del 2008.

Además del inglés, conoce los siguientes idiomas: francés, italiano, alemán, español y checo. Es el primer Nuncio Apostólico en República Dominicana nacido en África.  Esta isla ha tenido otros nacidos en los continentes de Europa, Asia y América.

2. Tareas o misiones de Mons. Okolo

2.1 -Representante del Papa.
En nuestro lenguaje común, vamos a identificar a Mons. Okolo simplemente como el “El Sr. Nuncio” o “Nuncio del Papa” o “Nuncio Pontificio”. En el sentido más profundo de su misión es el “Enviado o Representante del Papa”. Igual que el término “Nuncio”, será ésta también la definición más conocida y popular, que  va a identificar a Mons. Okolo.
Mons. Okolo, en su calidad de “Representante del Papa”, tiene una doble misión:  una ante la Iglesia de la República Dominicana.  En este caso recibe el título específico de Delegado Apostólico.  La otra, ante el Gobierno de la República Dominicana.  Es ésta la representación que recibe propiamente el título de Nuncio Apostólico.
Detengámonos, brevemente, en estos dos tipos de envío.

2.2- Delegado Apostólico.
Tal vez la tarea que sobresale en un Representante del Papa sea más la de Nuncio que la de Delegado Apostólico.  Sin embargo, es ésta última la que constituye la primera y máxima dignidad de su oficio.  Esa es su función principal:  “Procurar que sean cada vez más firmes y eficaces los vínculos de unidad que existen entre la Sede Apostólica y las Iglesias particulares”  (Canon 364), ser una especie de prolongación de la presencia del Papa al servicio de la comunión entre éstas con el corazón de la Iglesia universal.

2.3- Nuncio Apostólico.
Añadida a la tarea de Delegado Apostólico está la de Nuncio Apostólico, a saber, la misión diplomática ante el Estado dominicano, como enviado del Papa. Es ésta una función que dimana de la naturaleza de la Iglesia en cuanto comunidad a la que no debe faltar nada para el orden sobrenatural.  Además, porque es inherente a su misión espiritual, porque tiene una raigambre y desarrollo históricos seculares y porque debe mantener su independencia, sobre todo, de la potestad civil como por demás de cualquier otra potestad.

2. 4- En Puerto Rico.
No siempre las dos tareas, Delegado Apostólico y Nuncio, van unidas.
En Puerto Rico,  por ejemplo, Mons. Okolo ejercerá la misión de Delegado, para la Iglesia de allí; no la de Nuncio.  En cambio, en República Dominicana, ejercerá ambas.

3. Carta del Papa Francisco
Por otra parte, es muy hermosa y diciente la Carta del Papa Francisco al Cardenal López Rodríguez, Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, en ocasión del envío por él a República Dominicana de Mons. Okolo. Héla aquí íntegra.

“Querido Hermano: Por medio del Señor Arzobispo Jude Thadeus Okolo,  nuevo Nuncio Apostólico  en la República Dominicana, deseo hacer llegar al Episcopado, a los sacerdotes, a las comunidades religiosas, a los seminaristas, así como a todo el Pueblo de Dios de esa querida Nación mi cordial afecto en el Señor.

El nuevo Nuncio es portador de mi presencia y mi cercanía, una cercanía que quiere ser de colaboración con el Estado y las instituciones públicas, de comunión con las Iglesias locales, paternal con los creyentes, solícita con los necesitados, caritativa y solidaria con todos. Con este espíritu, les pido que reciban a Mons. Jude Thadeus Okolo como el abrazo del Papa para ustedes, con ánimo renovado y nueva esperanza, para que pueda desarrollar su misión con eficacia y acierto, contando con la colaboración, comprensión y estima de todos: autoridades, pastorales y fieles.

El Nuncio Apostólico representa en ese país  al Obispo de Roma para el bien del Pueblo. Su misión consiste en estrechar los vínculos que unen a la Sede de Pedro con esa Nación, alentando a los hijos de esas hermosas tierras a recorrer el camino de la vida con la mirada puesta en Dios y la mano tendida hacia los hermanos. La Iglesia no quiere privilegios, no tiene intereses políticos, no busca alianzas estratégicas. Quiere servir, servir a todos, y por eso trabaja por el bien común, la paz, el progreso, la libertad, la justicia, la solidaridad y el desarrollo integral de los Dominicanos. Allí donde se promuevan estas iniciativas, allí se encuentra la Iglesia, dispuesta a ofrecer lo mejor que ella tiene: la gracia y la paz que nacen del corazón de Cristo crucificado.

La experiencia nos enseña que cuesta cumplir los ideales. Siempre existe el peligro de la “mundanidad”, de dejarse llevar por el espíritu de este mundo, de actuar por el propio interés   y no por la gloria de Dios. Y esto nos expone no pocas veces al ridículo, sobre todo a los pastores. Por eso, es necesaria la permanente conversión personal, que sólo se puede lograr con una relación constante con Jesús, ayudados en este propósito por la fuerza interior de la oración. Rezando, siendo humildes, reconociendo que todos cometemos fallos y meditando la Palabra de Cristo nos será más fácil mantenernos en una fidelidad cotidiana a su llamada y llevar a cabo muchas obras de caridad, expresión elocuente del amor de Dios entre los hombres.

La credibilidad  de la iglesia y de su colaboración en el bien del pueblo, en la defensa de la familia y de la vida humana, en la lucha contra la pobreza, pasa hoy por la docilidad de cada uno de nosotros al Espíritu del Resucitado, dejando que éste nos impulse y nos ayude. A veces nuestra debilidad se deja sentir, pero estoy convencido de que la santidad siempre es mayor que el pecado, porque la misericordia divina brilla, incluso con más fuerza, en medio de nuestras miserias. El pecado depende de nosotros, la santidad nos viene de Dios, que nunca se cansa de darnos otra oportunidad. Él siempre nos espera y comprende.

Quiero asegurarte, querido Hermano, que tengo muy presente en mis oraciones al amado Pueblo de Dios que peregrina en la República Dominicana, especialmente a los que sufren a causa de los pecados de los hombres y mujeres de la Iglesia. Y a la vez quiero reiterarte el compromiso, claro y valiente, para que las víctimas de estas torpezas sean siempre defendidas y tuteladas, de modo que la justicia sea atendida en todos sus aspectos. Aunque no somos ajenos a los errores, pongamos también en la presencia de Dios los innumerables frutos de bien que el Evangelio ha dado y seguirá dando en esas tierras: tantos hombres y mujeres que han recibido el auxilio y la caricia de la Iglesia en sus necesidades, su apoyo en sus sufrimientos, que han escuchado una palabra de consuelo en sus tributaciones y dificultades y, sobre todo, que han creído en el anuncio de la esperanza de la redención que ella proclama.
Mons. Jude Thadeus Okolo cuenta con mi confianza y con el apoyo de mi oración, para que el Señor le sostenga en la misión que va a empezar y pueda continuar así la historia de salvación que la fe cristiana ha escrito tan luminosamente durante siglos en esos bellos parajes bañados por el Caribe.
Te pido, por favor, que reces y hagas rezar por mí, pues ahora lo necesito más todavía.

Saluda y anima en el nombre del Señor a todos los hijos de la República Dominicana, recordándoles que solamente Él puede dar la vida auténtica, plena y dichosa. ¡Qué bello es ser discípulos suyos y misioneros de su Evangelio!
Que Jesús proteja y la Virgen Santa cuide a todos los Dominicanos.
Fraternalmente,
Francisco”.

CONCLUSIÓN

CERTIFICO que mi artículo “Bienvenido,  Mons. Okolo” se une a las voces que, en República Dominicana, quieren dar una calurosa acogida al Nuevo Nuncio del Papa Francisco en nuestro País.

DOY FE, en Santiago de los Caballeros, a los veintiocho días del mes de noviembre del año del Señor  dos mil trece (2013).

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