Al Big Papi con cariño

Vamos a extrañarte, David Américo Ortiz Arias. No hay espacio para la menor sombra de duda en esa afirmación.

Vamos a extrañarte, David Américo Ortiz Arias. No hay espacio para la menor sombra de duda en esa afirmación. Cuentas con un talento especial para batear, como lo confirman 541 cuadrangulares y 1,768 impulsadas en serie regular, entre otras cifras.

Por igual, el Creador te bendijo con el llamado “don de gente”, esa característica que te eleva por encima de quienes se decantan por pasar por el mundo dejando heridas y no marcas, provocando tristezas y no alegrías, sin servir a los demás en lugar de tender la mano que puede salvar vidas.

No hay dudas de que tienes un lugar en el Salón de la Fama de Cooperstown. Pocos han paleado como tú en los últimos años y ni hablar de cuando llega la hora de separar los hombres de los muchachos.

La actitud ganadora de Boston se nutre de muchos elementos, pero ninguno tiene una tajada del pastel tan grande como la tuya. La Serie de Campeonato de 2004 ante los Yanquis, en el épico regreso del 0-3, es una pieza de colección.

En 2007, en la Serie Mundial ante Colorado, recuerdo haberte preguntado antes del cuarto partido que “¿si todo se acababa hoy?”. ¿La respuesta? Un contundente “¿qué pelota es la que tú estás viendo? Porque la que yo veo me dice que esto no pasa de hoy”. Emitiste un decreto, así fue.

En 2013, ante los Cardenales, con la serie 3-2 y jugando en casa, tiraste otra orden ejecutiva. Fuiste el MVP de esa Serie Mundial.

Boston te adora. Por las alegrías brindadas en esos campeonatos que ayudaron a cerrar capítulos de frustración en una ciudad que llegó a tener 86 años sin ganar, por haber levantado su ánimo tras los actos terroristas en 2013. Ni hablar de lo que haces con muchos niños que hoy viven por esos jonrones tuyos fuera del terreno. Pero que quede claro: eres de la República Dominicana. Eso no se negocia.

Llenaste el Fenway Park en el último fin de semana de serie regular de tu gran carrera. Todos te aclamaban. Eso se llama ser un líder.

¿Cómo te defino? Como un hombre que habla con el rico sin pensar que es un dios y que conversa con un pobre sin olvidarse que es un ser humano.
Mis respetos, David Ortiz, mis respetos.

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