La justicia contra sus asesinos, la clarificación alrededor de sus restos, son cuestiones latentes con la figura de Francisco Alberto Caamaño Deñó, revigorizadas tras el Senado aprobar recientemente que el Coronel de Abril, Comandante de Caracoles, repose en el Panteón Nacional, como héroe y expresidente. Sus deudos, muy dignamente, han enfatizado que aquellas serían las verdaderas prioridades.

Ante la persistencia de la impunidad y la imprecisión sobre el destino de su cuerpo, el homenaje puede percibirse insustancial, razonablemente. Aun así, exaltar a Caamaño desde el Panteón Nacional será un eslabón importante para asentar su legado entre las nuevas generaciones, muy desconocedoras de él y los episodios históricos que protagonizó. Valórese así.

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