La campaña electoral

La dirigencia política debe hacer un esfuerzo para que la campaña electoral culmine sin mayores incidentes, en aras de la tranquilidad y el sosiego de la nación y del alto interés de preservar la confianza de los dominicanos en sus instituciones&#8230

La campaña electoral

La campaña electoral para las elecciones presidenciales del 20 de mayo apunta a ser muy competitiva, dado que aparentemente las preferencias…

La dirigencia política debe hacer un esfuerzo para que la campaña electoral culmine sin mayores incidentes, en aras de la tranquilidad y el sosiego de la nación y del alto interés de preservar la confianza de los dominicanos en sus instituciones políticas y en quienes las dirigen y anhelan dirigirlas. Para hacer posible esa gran aspiración, se requiere sobre todo mantener bajo el tono de las discusiones y el respeto debido al adversario.

Un discurso estridente a alto nivel tendría inevitablemente eco en los demás peldaños de la escalera, lo que calentaría los ánimos y alimentaría la tendencia muy tropical de resolverlo todo por la vía directa. Experiencias de elecciones pasadas deberían servir para que el ruido, la ofensa y las alusiones personales no contaminen el proceso.

El buen éxito de esta campaña es de inmenso e idéntico valor para el gobierno y la oposición. Si el clima se oscurece como resultado de una campaña feroz, preñada de menciones desconsideradas con énfasis en el aspecto personal o invade la esfera de la vida familiar, lo que vendría después sería fácil de imaginar.

El caso es que estas elecciones representan una oportunidad, a despecho de lo que se piense de las ofertas electorales. Cada elección mejora el sistema y el valor del voto. A fin de cuentas, como en toda competencia, a unas elecciones se concurre con dos posibilidades: la de ganar o la de perder. Por tal razón, lo razonable es que se acepte esa regla esencial del juego democrático, en aras de la armonía nacional. Porque, además, entre un discurso y otro no creo que existan muchas diferencias. En esta campaña se enfrentan adversarios, no enemigos. Ellos saben que la cruda realidad condiciona en la política todo buen propósito, lo que al final resulta en lo inevitable: el país que descubren en sus largos y agotadores recorridos de campaña será siempre distinto al que encuentran al llegar al Palacio Nacional.

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La campaña electoral para las elecciones presidenciales del 20 de mayo apunta a ser muy competitiva, dado que aparentemente las preferencias se van a polarizar en dos organizaciones políticas, el oficialista Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y el opositor Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

Por eso surgen los temores sobre la agresividad que pudiera tener esta campaña electoral, tanto en el lenguaje de sus parciales como en el tipo de publicidad promocional que se utilice y, sobre todo, los indeseados y lamentables incidentes por choques entre caravanas cuando se encuentran en cualquier calle de las principales ciudades del país.

Hasta ahora, los dos candidatos principales, Hipólito Mejía por el PRD, y Danilo Medina por el PLD, han dado muestras ejemplares de una campaña electoral limpia y pacífica. Se han juntado en varios escenarios y se tratan con mucha deferencia. Incluso, han compartido la misma mesa en almuerzos y se saludan en público, con lo que se presentan ante sus simpatizantes y adversarios como seres humanos normales que simplemente están en una competecia democrática.

Es preciso que tanto Mejía como Medina continúen mostrando ese buen comportamiento y que lo transmitan a los dirigentes y simpatizantes de sus respectivas organizaciones políticas y movimientos de apoyo, así como a los fanáticos, que en ocasiones, por una combinación de pasión, agresividad e ignorancia, caen en el terreno de la violencia.

Este país ha avanzado mucho en materia electoral, ya no se habla de fraudes o irregularidades extraordinarias en la Junta Central Electoral (JCE), los procesos se desarrollan de manera transparente y lo que desea la población es que esta campaña, si bien apunta a ser bastante activa, se desarrolle de forma pacífica, ordenada y basada en el debate de ideas y no en insultos ni atropellos.

Faltan 130 días para las elecciones. Que ese tiempo sea suficiente para desarrollar una competencia en la captación de votos respetando las reglas de la disciplina, la paz y la armonía entre los aspirantes.

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