La cañada de Bonavides

La decisión de la Corporación de Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD) de limpiar y rehabilitar la cañada de Bonavides es, sin dudas, una acción muy positiva que debe ser apoyada por la ciudadanía, ya que se podría solucionar o…

La decisión de la Corporación de Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD) de limpiar y rehabilitar la cañada de Bonavides es, sin dudas, una acción muy positiva que debe ser apoyada por la ciudadanía, ya que se podría solucionar o al menos paliar un problema de contaminación que afecta al medio ambiente y provoca enfermedades. Esta vieja cañada está ubicada entre los barrios Guachupita y Los Guandules, cerca del río Ozama, dos de los sectores capitaleños de mayor densidad poblacional, especialmente de niños y jóvenes.

Previo al inicio de los trabajos, el presidente Danilo Medina realizó una visita para contactar con sus propios ojos las condiciones en que se encuentra ese canal, que debería servir de desembocadura de aguas residuales, pero es más bien una especie de pozo de acumulación de desperdicios que emana mal olor y contamina el ambiente.

Los equipos pesados han sacado de esta cañada toneladas de basura en apenas tres días de labores que llevan en la limpieza.

Pero, independientemente de lo positiva que ha sido la iniciativa de la CAASD, es preciso cuestionarse sobre las razones por las que nuestras autoridades, tanto del Gobierno central como de la municipalidad, han permitido que en esta cañada se acumule semejante cantidad de basura y que el deteriorio haya alcanzado niveles tan alarmantes y perjudiciales.

En forma adicional, está la irresponsabilidad ciudadana, ya que los habitantes de la zona y de otros de sectores más lejanos, pero cuyos desperdicios vienen a parar en ese punto, deberían hacer conciencia sobre el mal que causan cuando deciden lanzar basura a la cañada, en lugar de acumularla en lugares donde puedan acceder los camiones recolectores, si es que acceden.

Ojalá que una vez esta cañada sea rehabilitada, las autoridades competentes se encarguen de su  cuidado y mantenimiento, para evitar que vuelva a las mismas condiciones deplorables en que se encuentra en la actualidad.

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