Mortificante pensar en el alto consumo de combustible involucrado en las caravanas políticas, mejor mirarles el lado bondadoso. Para una población 85% sedentaria como la dominicana, integrarse a pie a la caravana es oportunidad de hacer un poco de ejercicio.
Las caravanas vigorizan pequeños comercios en las comunidades. Parte de sus movilizados se aposta en bares a compartir tragos entre “compañeras y compañeros”. Esos acusan vitalidad de sobra para prolongar la parranda, salta a la vista que caravanear es una actividad físicamente extenuante.
Quien se encuentre sin energía al terminar un caravaneo, que contemple realizarse una chequeadita general de salud, para descartar cualquier situación anormal y continuar resistiendo hasta mayo.