Ceguera política

Los países con debilidad institucional como el nuestro están completamente contaminados por las pasiones políticas, que suplantan…

Los países con debilidad institucional como el nuestro están completamente contaminados por las pasiones políticas, que suplantan a la lógica más elemental y en algunos casos hasta a la misma Constitución y las leyes. La causa de esto es que ayer como hoy el caudillismo, las pasiones y los intereses políticos enceguecen a los seguidores de un líder hasta extremos de llevarlos a negar realidades y desnaturalizar las leyes e instituciones. Lo que está ocurriendo en Venezuela es un vivo ejemplo de esto.

El comandante Hugo Chávez se presentó a las elecciones para la presidencia de la República del 7 de octubre pasado en un acto de irresponsabilidad, pues sabía que padecía de un cáncer recurrente y que su vida estaba en peligro de muerte. Pero quería seguir manejando discrecionalmente su país aunque estuviera enfermo y decidir, si llegara el caso, quien lo sucedería. No obstante esto, la pasión hizo que el comandante Chávez Frías fuera reelecto para un nuevo período presidencial 2013-2019, el que a todas luces no iba a poder cumplir.

Como Chávez cree en un ejercicio hegemónico del poder, en su Constitución del año 1999 dispuso en el artículo 236 que es facultad del Presidente nombrar o remover al Vicepresidente Ejecutivo.  Por eso la falta absoluta del Presidente de conformidad con el artículo 233, ya fuere por muerte, incapacidad física o mental, etc. obliga a que se convoque a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los 30 días consecutivos siguientes. Si esta falta ocurriera antes de que el Presidente electo tomara posesión, como acontece, el Presidente de la Asamblea Nacional se encargará de la presidencia mientras se elige y toma posesión el nuevo presidente.

Es evidente que a pesar del hermetismo con que han manejado el gobierno venezolano y el cubano la enfermedad de  Chávez, el mismo se encuentra en un estado extremadamente delicado desde que fuera sometido a una cuarta intervención quirúrgica en La Habana el pasado 11 de diciembre. Desde entonces no se han visto imágenes suyas, ni se han recibido mensajes orales o escritos como tanto le gusta hacer.

Para ganar tiempo, el vicepresidente ejecutivo Nicolás Maduro y el presidente de la Asamblea Diosdado Cabello han realizado una retorcida interpretación del artículo 231 de la Constitución, el cual  expresa que si “por cualquier motivo sobrevenido el Presidente…  no pudiese tomar posesión ante la Asamblea Nacional, lo hará ante el Tribunal Supremo de Justicia”.

Es obvio que lo que impedirá a Chávez tomar posesión el 10 de enero como manda la Constitución no es un motivo “sobrevenido”. La realidad es que está afectado por una incapacidad física que debería ser certificada por una Junta Médica designada por el Tribunal Supremo con aprobación de la Asamblea como ordena el artículo 233 constitucional. El problema es que dichas instituciones no responden al mandato de la ley suprema, sino a la voluntad del que todavía agonizante gobierna sus ejecutorias y a quien  quisieran mantener vivo aun después de muerto, para  mantenerse en el poder.

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