Cementerio de Los Mina, en abandono

Rosa Abreu ha ido tres veces a buscar la tumba de su padre, pero el estado de abandono del cementerio San Vicente de Paúl le ha impedido encontrarla.

Rosa Abreu ha ido tres veces a buscar la tumba de su padre, pero el estado de abandono del cementerio San Vicente de Paúl le ha impedido encontrarla.El camposanto, abierto desde 1961 y enclavado en el corazón del barrio Vietnam de Los Mina, es una especie de laberinto escabroso en el que resulta fácil perderse.  Allí hay que tener cuidado donde se pisa, pues cualquier paso en falso podría ir a parar dentro de un nicho abierto.

El pésimo estado de las bóvedas, que en muchos casos dejan entrever su contenido, sumado a la inseguridad que se respira en el ambiente, hace que en vez de ser una morada digna para el descanso eterno, el cementerio sea un nido de delincuentes donde se cometen toda clase de fechorías.

Ni siquiera en presencia de los vigilantes se está seguro. Nada más entrar, recomiendan a la fotoreportera guardar la cámara para evitar ser atracada.

“Joven, usted debería guardar esa cámara no vaya a ser que la atraquen porque hay un tigueraje fuerte aquí”, sugiere el agente, quien asegura que con respecto a diez años atrás la delincuencia ha bajado.

La custodia del recinto está a cargo de dos policías municipales, pero desde que dan la 5:00 de la tarde, el lugar queda en manos de los delincuentes.  Es común hallar botellas de cerveza y ron, fundas de basura, heces fecales y toda la inmundicia que se pueda imaginar.

Pared con pared

En las aceras que bordean el cementerio viven decenas de personas en condiciones de hacinamiento, lo cual suma descuido a sus deplorables condiciones.  Según vecinos del lugar, los mismos residentes  arrojan basura al camposanto, convirtiéndolo en un vertedero. La administración del San Vicente de Paúl está a cargo del Ayuntamiento de Santo Domingo Este.

Las ofrendas al varón del cementerio son comunes

Como en la mayoría de los cementerios, abundan los ritos mágico-religiosos. Uno de los policías narró una de las tantas historias que se tejen”.“Los otros días, un haitiano le trajo al varón cuatro batatas, cuatro arenques, un moro de habichuelas negras y cuatro huevos fritos y vino uno que trabaja aquí y se le comió la comida, nada más le faltó el jugo”.

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