Centro de Recreo: ícono del acontecer social

Los grandes bailes que se realizaban en el siglo XIX dieron origen a la creación del Centro de Recreo, entidad que arribó a sus 120 años de fundada, siendo testigo fiel de la evolución y el desarrollo de las actividades socio-culturales de Santiago.

Los grandes bailes que se realizaban en el siglo XIX dieron origen a la creación del Centro de Recreo, entidad que arribó a sus 120 años de fundada, siendo testigo fiel de la evolución y el desarrollo de las actividades socio-culturales de Santiago.Ubicado en el centro histórico, frente al parque Duarte, otrora parque Central, la entidad era el espacio por excelencia de la oligarquía santiaguera. Sus orígenes se remontan al 16 de agosto de 1894, cuando Enrique Deschamps, Julio Benedicto y Rafael Tavárez tuvieron la iniciativa de fundarla.

El historiador Edwin Espinal Hernández relata que en el acta de fundación figuran representantes de diversos sectores, tales como médicos, notarios, maestros, así como parte de los comerciantes más importantes de la ciudad.

En sus orígenes, las reuniones y veladas eran animadas por dúos de piano y flauta; piano y violín.

“Sus socios, pertenecientes a las familias más distinguidas de la ciudad, se divertían también con saraos, “tertulias a la puesta del sol” en sus calzadas, en las que se reunían “chicos de buen humor” y veladas literarias. Las veladas incluían discursos, poesías y piezas musicales interpretadas por la orquesta del Centro, dirigida por J. O. García y compuesta por Ricardo Godeluppi, E. Hernández, Planes, Aguayo, P. Guzmán y M. Bermúdez”, expresa Espinal.

En sus inicios el centro estaba instalado en el hotel “El Parque” frente al parque Central (hoy Duarte), donde permaneció hasta 1896 y de allí se mudó para su propio local, una casa en la acera Oeste del mismo parque, en la actual calle Benito Monción. Luego fue sustituido por un local construido en mampostería, en 1902, e inaugurado con un baile el 15 de agosto de ese mismo año, bajo la presidencia de José María Cabral y Báez.

El edificio fue construido por el maestro Francisco Fernández, y sobresalía por la composición de sus elementos ornamentales lleno de armonía, desarrollado sobre un basamento que proporcionaba una altura beneficiosa para su escala.

El Centro de Recreo, como epicentro de la vida social de la pequeña burguesía de Santiago, se constituyó en un mecanismo de inclusión y exclusión que delineó diferencias en la demarcación social, de acuerdo a lo relatado por el historiador Edwin Espinal.

“Predominando sobre las demás sociedades festivas, fundadas a fines del siglo XIX, en el siglo XX, el Centro de Recreo se perfilaría como el más aristocrático club social de la ciudad por más de setenta años. Las principales referencias clasistas de su matrícula denotan la visión de que se formaba parte de un conglomerado distinto dentro de la sociedad.

Allí tenían lugar eventos de todas manifestaciones del mundo en que sus socios sublimaban su ideal de aburguesamiento y que denotaban su refinamiento y europeización”, expresa el historiador.

Actividades tradicionales

El actual edificio, que se destaca por su belleza, marcó una nueva etapa en la vida del Centro de Recreo. Fue inaugurado el 15 de agosto de 1930, y fue construido por el arquitecto Pedro Adolfo de Castro, a un costo de RD$72,646.93, a iniciativas de su entonces presidente Anselmo Copello. Al igual que la edificación anterior, este fue una pieza arquitectónica resaltante en el entorno del parque Duarte, por su estilo neomorisco y sus impresionantes espacios interiores.

El Centro de Recreo fue escenario de diversas actividades que se realizaban para la época, como los carnavales de la Segunda República, en los años iniciales del siglo XX. Para entonces, la entidad capitalizaría las celebraciones del denominado carnaval social.

Según Espinal, la asunción del carnaval, como diversión de la élite en sus espacios exclusivos, introdujo nuevos elementos en las festividades, como la elección de una reina, un baile de coronación, un paseo triunfal y la celebración de un corso florido el Martes de Carnaval, el cual pondría término al reinado de la joven electa y en el cual se desfilaría repetidamente alrededor del parque Central, efectuándose una batalla de confetis y serpentinas.

Al referirse a los bailes de los primeros lustros del siglo XX, el historiador relata que en estos se proyectaba la sensibilidad creada por la música europea, patente en danzas antiguas o preclásicas, como los rigodones, y danzas de salón como la cuadrilla, la polka, la mazurka, los lanceros, los valses, las danzas, cake walk y los two step.

“El merengue estaba proscrito y fue en 1917 cuando se interpretó el primero, en ocasión de la ejecución modificada del danzón Palo Viejo, de Juan Francisco García”, precisa.

La inauguración del actual edificio coincidió con el ascenso al poder de Rafael Leonidas Trujillo Molina, quien se insertó en la vida social de Santiago justamente a través del Centro de Recreo, al ser aceptado como “miembro transeúnte”, en 1928.

“La estrecha vinculación que a partir de entonces se definió entre Trujillo y el Centro de Recreo le permitió, al menos en Santiago, ascender socialmente, gracias a la apertura, obligada sumisión, de los miembros de la alta clase social de Santiago”, expresa Espinal.

Otras fiestas que se realizaban allí eran los bailes del 31 de diciembre, que culminaban en una cena; a las 12 de la medianoche. Confetis y serpentinas animaban el elegante ambiente, en el que destacaban los smokings masculinos y las capas de armiño femeninas, elegancia que era igualmente manifiesta en los bailes de presentación en sociedad. En tanto que en el mes de enero se organizaba el baile de Reyes y se iniciaban los preparativos para el carnaval.
“Bailes de mamarrachos los días sábado antecedían al corso florido, que tenía efecto en el entorno del parque Duarte, y al baile final en el que se coronaba a la reina, celebrado antes del Miércoles de Ceniza. Estos bailes eran amenizados preferentemente por la orquesta Hollywood, de Papín Feliú, y más tarde por los Caballeros Montecarlo.

En las fechas en que no había fiestas, el centro era punto de encuentro de damas y caballeros, ya fuese en el ambigú o la galería del segundo nivel para tomar algunas bebidas, o en los salones de la primera planta para jugar billar y dominó.

El relativo esplendor que todavía pervivía en los años 60 y la primera mitad de los 70 se fue desgastando con mayor celeridad a partir de la segunda mitad de esta última década, con la aparición de nuevos clubes en esta ciudad.

Entre los años 1994 y 2003, Miguel Jiménez, motivado por personas que fueron partícipes de fiestas en la época de su perdida pompa, organizó fiestas de carnaval que buscaron emular aquellas esplendorosas fiestas de los años 50.

Durante nueve años, Jiménez hizo converger a protagonistas del pasado y a grupos populares del carnaval santiaguero a los acordes del vals, el Carnaval de Venecia y la danza La Mascarita, arregladas por el maestro Víctor Batista.

Plantea reinvención del Centro

En un reciente conversatorio denominado “Encuentro con la memoria” realizado en el Centro León a propósito de los 130 años de la Alianza Cibaeña y los 120 del Centro de Recreo, el historiador Edwin Espinal planteó la necesidad de reinventar la entidad.

En ese sentido expresó que hay que lograr su adaptación a los cambios sociales y mejorar las facilidades de acceso, ya que la entidad quedó aislada hace unos años, cuando se tuvo el plan de instalar allí la Escuela de Danza del fracasado proyecto Plaza de la Cultura Santiago Apóstol, y en ocasión del mismo, fueron cerradas y peatonizadas las calles 16 de Agosto y Benito Monción, lo que determinó que su acceso quedara limitado.

Sobrevive al tiempo

Pese a los cambios surgidos en la ciudad, tanto en el aspecto social como cultural, con la apertura de nuevos espacios para las actividades, el Centro de Recreo continúa abierto a la sociedad santiaguera, aunque una parte muy ínfima hace uso de sus instalaciones, pues solo cuenta con 46 socios activos.

Manuel Batista, presidente de la actual directiva del centro, informó que sus socios se reúnen cada tarde en sus espacios, principalmente a practicar juegos de mesas, y a leer en sala de lecturas, donde cuentan con una biblioteca de libros y revistas antiguas. “Todos los días, después de las cinco de la tarde, comienzan a llegar gente a jugar. Los socios traen invitados, pero cada socio es responsable de su invitado”, precisa Batista. Sus salones, que antes se reservaban para los socios, están abiertos a todos los sectores que quieran realizar allí sus actividades sociales, ya que los rentan para bodas, cumpleaños, desfiles de modas y otras celebraciones.

En la actualidad tienen rentado el sótano a una planta televisora, la que, además de darle vida, ayuda con el mantenimiento del edificio.

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