Faltan solo cinco días para la hora de la verdad. El domingo, 20 de mayo, el día en que la decisión de un pobre y de un ricachón tendrán el mismo valor al echar el voto en la urna por el candidato de su preferencia. En estos cinco días todavía falta mucho por verse. Es el momento en que ciertos sectores creen que el mundo llegó a su fin. Que una especie de bomba nuclear haría explosión y barrería con todo en la faz de la tierra. Hay quienes lo apuestan todo a un color y a un símbolo.
Olvidan que la vida sigue y que el sol seguirá saliendo por el mismo sitio y ocultándose por el poniente… que los pájaros seguirán sus rutas y los cielos se llenarán de nubarrones o de rayos de luz, dependiendo del estado de ánimo con que veamos el sentido de la vida.
Olvidan que después de los votos, sin importar el resultado, esta nación caribeña seguirá siendo una porción de 48 mil kilómetros cuadrados y que dentro tendremos que seguir viviendo todos, ya sin banderas ni símbolos partidarios y que en realidad la propiedad de este país no es ni de un presidente ni de sus seguidores, ni de los legisladores que son políticos de grupos ni de los guardias o policías, pero tampoco de los empresarios o los teóricos que justifican sus historias para confundir y distorsionar…es decir, este país es de todos y de todas y luego de pasar las votaciones hay que enfilar la mirada al frente y pensar para actuar en un reordenamiento de una nación dominicana mas justa y democrática.
La vida sigue
El 20 habrá un ganador y nada cambiará la historia. Ni habrá guerra ni guerrillas, ni pobladas o alzamientos levantiscos…todo seguirá su ritmo y al día siguiente la vida sigue igual, los grandes se entenderán y los chiquitos a “fajinar”.
