Círculo vicioso de violencia

Con inusitada frecuencia los medios dan cuenta de actos de violencia cometidos en el seno de nuestra sociedad o en las comunidades dominicanas residentes…

Con inusitada frecuencia los medios dan cuenta de actos de violencia cometidos en el seno de nuestra sociedad o en las comunidades dominicanas residentes en el exterior, como si se tratara de una especie de onda expansiva.

Este hecho debe ocupar toda nuestra atención, no solo para que se castiguen estos crímenes sino para que se identifiquen las causas de este lamentable fenómeno que está afectando gravemente nuestra sociedad, de forma que se ejecuten acciones para contrarrestarlo.

Aunque el análisis sociológico arrojará un sinnúmero de causas, parecería que el incremento de este fenómeno tiene necesariamente que relacionarse con otros elementos que caracterizan nuestra sociedad, lo que debe llevarnos a reflexionar sobre los valores que estamos transmitiendo a la población, que de alguna manera incitan a la violencia.

Por alguna razón muchos dominicanos piensan que no hay otra opción para resolver sus diferendos que actuando violentamente o imponiendo su voluntad de forma abusiva. Esto los lleva a negarse a perder aquello que entienden es suyo, aunque se trate de un ser humano que obviamente no les pertenece.
Cuando a esto se suma el hecho de que sin justificación o condiciones y en muchos casos ilegalmente, muchas de estas personas poseen armas de fuego, los hechos de violencia se complican y cada día vemos cómo inocentes mueren a manos de personas armadas.

Nada de esto ocurre por generación espontánea, esto sucede porque estamos haciendo muchas cosas mal y porque estamos dejando de hacer muchas otras que están bien.

Nuestras autoridades y el liderazgo nacional tienen que hacer una reflexión profunda sobre este asunto. Ponderar si el mensaje que estamos transmitiendo a la ciudadanía es de respeto del derecho ajeno, de cumplimiento de la ley, de debida sanción a las inconductas y de ejercicio respetuoso y racional del poder; o si le estamos transmitiendo lo contrario.

Cada vez que un funcionario violenta la ley o impone arbitrariamente una decisión está socavando la seguridad y ejerciendo violencia moral. Cada vez que un comunicador se expresa en forma inadecuada e irrespetuosa, está promoviendo actitudes violentas.

Cada vez que un empleador o superior jerárquico desconsidera un empleado, violenta la paz laboral. Cada vez que un padre o una madre agrede verbal o físicamente a su pareja frente a sus hijos, está propiciando que éstos reproduzcan su defectuoso patrón.

Necesitamos entonces generar acciones que rompan con este círculo vicioso de violencia. Para esto debemos no solo promover una cultura de cumplimiento de la ley y respeto a los derechos, sino actuaciones de las autoridades y liderazgo político que constituyan un verdadero modelo de conducta para los ciudadanos o que de lo contrario las mismas sean sancionadas de forma ejemplar.

Durante años escuchamos la frase de que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, sería penoso inferir que los gobiernos están teniendo los pueblos que han moldeado. Hagamos lo necesario para romper con este círculo vicioso. l

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