El que cree que a Theo Epstein, mandamás en operaciones de béisbol de los Cachorros de Chicago, se le aprieta el pecho para cambiar a Starlin Castro está más perdido que el hijo de Lindbergh.
Epstein tiene en su prontuario un sello que le distingue de muchos ejecutivos: no le tiembla el pulso para halar el gatillo.
Si sonó que Castro es posibilidad de canje, por algo fue. Además, el joven paracorto dominicano cada día que pasa va minando la paciencia de los Cubs con su tendencia a no estar atento al juego. Ayer, por ejemplo, el dirigente Dale Sveum le criticó acremente por no completar una doble matanza que pudo evitar una carrera, en un partido que perdieron 3-2 ante los Gigantes de San Francisco.
Sveum le advirtió que si quiere jugar debe concentrarse más en las diferentes situaciones que se presentan en la pelota. Es difícil ganar en la pelota cuando el cuerpo de su paracorto está en el parque, pero la cabeza en el paraíso perdido de John Milton o en una de las leguas del viaje submarino de Julio Verne.
Fuera de eso, Epstein posee en su cuenta personal el famoso cambio de Nomar Garciaparra en 2004, cuando estaba más realizado que Castro como pelotero, porque los lauros le llovían. Desde Novato del Año en 1997 hasta dos títulos de bateo en años seguidos (.375 en 1999 y .372 en 2000)
Resulta que la decisión de mandar a Nomar hacia Chicago y colocar en las paradas cortas a Orlando Cabrera fue vital en la corona de esa estación y el final de la conocida “Maldición del Bambino”.
Y al año siguiente no se refirmó a Pedro Martínez, quien al igual que Garciaparra estaba bien entronizado en el corazón de la grey bostoniana, situación que no me parece es el caso de Starlin.
¿Qué si lo cambia? Para un servidor, mil veces.
Apunte esto
Rajon Rondo les dijo “llorones” a los integrantes de Miami…Esa serie está caliente por todos lados y hoy se celebra el quinto partido en Miami…Paz a los restos de Pedro Borbón, un símbolo con los Tigres del Licey e inmortal de Cincinnati.
