En un gesto preñado de ternura, un sereno Leonel Fernández lanzó a su esposa un beso que ésta capturó en el aire y en vez de su mejilla lo llevó a su corazón.La escena, nunca antes vivida en la augusta solemnidad de la Asamblea Nacional, tuvo un doble significado: el amor que en las buenas se asume entre quienes se aman, y el jurado apoyo en las malas.
El beso mariposa lanzado por el mandatario a la Primera Dama más que el “te amo” como significado debe interpretarse como un “cuenta conmigo”.
Margarita, que no se esperaba el gesto de su esposo, sonrió asombrada y sabiendo que el beso trascendía la mera cortesía del galán, respondió anidando el tesoro contra su pecho a la vez que lo compartía con una Asamblea que de pie le tributaba un mensaje solidario.
Y es que de otro modo no podía ser.
La cultura criolla establece que ante el agravio a la mujer el hombre responde. Quien ofende a la esposa ofende doblemente al esposo. La suerte del uno está ligada a la del otro.
Ante las denuncias de enriquecimiento ilícito contra Margarita ha causado cierta extrañeza el silencio del presidente Fernández.
Al lanzarle el beso a Margarita, Leonel manda un mensaje claro e inequívoco: la causa de ella es la causa de él.
Bien podría decirse que a ella él dedicó la mayor parte de su discurso.
Su apoyo para superar los avatares de la campaña es a su vez la mano que le ayuda a sortear las trampas de las movedizas arenas de la política.
Ayer, la nación dominicana fue testigo de una escena bonita. Al verla, bailotearon en la memoria las novelas de la exquisita Corín Tellado y una reflexión que sobre ellas hace Guillermo Cabrera Infante: “El lector que recurre a estas obras jamás se preocupa si la anécdota es verosímil o no, su única ambición es sentirse plenamente identificado con el personaje central”.
