Conectando las Américas: socios para la prosperidad

Este es el lema bajo el cual se celebró, desde el viernes hasta el domingo pasado, la VI Cumbre de las Américas en Colombia, específicamente en la bellísima y calurosa ciudad de Cartagena de Indias.

Este es el lema bajo el cual se celebró, desde el viernes hasta el domingo pasado, la VI Cumbre de las Américas en Colombia, específicamente en la bellísima y calurosa ciudad de Cartagena de Indias.Y la primera parte de este enunciado nos deja un poco pensativos, pues en la pretensión de “conectar” las Américas nos queda la duda de si el deseo que subyace en la frase es que los pueblos del continente busquen unirse en torno a una integración física o de cooperación regional que les brinde las herramientas necesarias para juntos hacer frente a la pobreza, la desigualdad, los problemas de narcotráfico, la seguridad ciudadana, los desastres naturales, entre otras cosas, o si,  por el contrario, el lema casi implora que los dos poderosos países del norte se conecten de algún modo con los pujantes, pobres, pero optimistas pueblos de América formada por las naciones que viven más abajo del río Bravo.

La segunda parte del enunciado nos deja mucho más sorprendidos y desorientados todavía, pues si lo que quiere decir es efectivamente que, en base al primer argumento del párrafo anterior América se asocie para vivir en bienestar y para buscar las alternativas que les permitan a todos disfrutar de una necesaria mejoría social y económica, estaría dándose el correcto enfoque; ahora bien, si lo que pretende enlazar la frase “socios para la prosperidad” con la idea primigenia de atraer a dos países ricos y poderosos para que se unan a países pobres que al día de hoy disfrutan de cierta mejoría en unos cuantos aspectos de su existencia como Estados de América, pues nos parece que se está tratando de conservar un maridaje superficial que al final beneficia más a los que más tienen y le quita más a los que menos tienen.

En consecuencia, y como aporte a este último argumento, los que seguimos un poco los pormenores de la VI Cumbre de las Américas hemos visto sin mayores sorpresas un escenario en el que, por un lado 32 Estados opinan de una forma en torno a los problemas de sus países hermanos y del otro lado están Estados Unidos  y Canadá con argumentos diferentes, con las arcas llenas de esperanzas ($), pero al final opinando lo contrario.

Y, hay interrogantes que no podemos soslayar:

¿Cómo se puede ser socios en la América a la que pertenece  Cuba si no la aceptamos en una cumbre tan solo porque dos Estados se oponen blandiendo la ausencia de democracia allí?

 ¿De qué tipo de democracia estamos hablando si defendiéndola la agredimos al negarle el derecho a uno de nuestros países a participar en un diálogo aun estando en desventaja numérica y porcentual en términos de opinión de aquellos que se oponían a su presencia y los que no?

¿Pueden los países de América ser socios efectivos si cuando uno de sus miembros necesita un espaldarazo en su lucha por poseer lo que por derecho le pertenece, dos de ellos, aun a contrapelo de los treinta y dos restantes, se oponen a establecer taxativamente en una declaración final ese aspecto reivindicativo?

América Latina vive actualmente una época en la que sus riquezas se incrementan a pesar del ambiente de crisis imperante en otras latitudes, pero ese escenario favorable no debe considerarse como un fin en sí mismo sino que, más bien, debe ser el método por el que los líderes lleven a los hogares latinoamericanos mayor esperanza, más salud, menos hambre, y crecientes niveles de seguridad y estabilidad.

 Y esa pretensión no debe estar limitada por argumentos retrógrados que tomando como pretexto falsas ideologías limiten el acceso de todos a las mismas oportunidades y a los mismos privilegios.

Esta situación de relativa bonanza puede variar hacia un derrotero negativo si hoy por hoy no se toman las medidas apropiadas y si no se escogen y se avanza de la mano de los socios correctos.

Aspiramos a una prosperidad eterna, sin embargo, la mayoría de las veces ésta es cíclica y lo que debe perpetuarse entre los miembros de un conglomerado estadual es la cooperación y la solidaridad no así la desunión y la indigna exclusión.

Cuba pertenece a América y, Argentina, con todas las islitas a las que tiene derecho, también.

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