El vertedero, que es el destino final de los desperdicios sólidos, de toda naturaleza, aunque en República Dominicana dondequiera se improvisa uno, en calles, callejones, caminos, arroyos y cañadas, es hoy una fuente de conflicto municipal, si le agregamos la palabra Duquesa, que es el centro de ese género del Gran Santo Domingo.
Y eso que a Duquesa no va toda la basura que debía ir, pero de todas formas, sigue siendo una fuente de conflictividad, cuyo origen no parece estar claro. De entrada, es más que evidente que el ayuntamiento de Santo Domingo Norte no está conforme con lo que recibe como tributo de quienes lo manejaban. Y es que cuando decimos “vertedero” pensamos en lo peor, en el cúmulo de tantas inmundicias, incluida la bilis de cierta clase de ciudadanía. Pero de lo que hablamos es de un verdadero bizcochito, si consideramos las contribuciones de las empresas y municipios. Y los “bienes” que pueden surgir de ahí. Entonces hay motivos para pelearse por el destino final de la basura.
¡Quién lo diría! Pero la vida es así. La gente no sólo va sobre la miel, tan dulce y cristalina, sino al corazón mismo del estercolero mayor, siempre que se hable de riquezas, de dinero. ¡Así somos!
Con el lío entre Santo Domingo Norte y la empresa que manejaba el Duquesa, la basura se está convirtiendo en un tema. Y sorprendió cómo, al otro día de desatarse el conflicto, asimismo se anunció un “cataclismo con la acumulación de basura”.
En medio de la discusión, Santo Domingo Norte está operando la terminal de la basura. En el Distrito Nacional, en Santo Domingo Este ni Santo Domingo Oeste la gente no tiene que padecer acumulación, porque el vertedero sigue abierto. Si la basura no llega es porque las compañías recolectoras no están haciendo bien su trabajo.
El cabildo de Villa Mella y Lajún deben llegar a un acuerdo conveniente a la gran ciudad, que no tiene por qué sufrir por intereses de terceros ¿o primarios? ocultos.
¿Qué intereses se mueven, más allá de Lajún y Santo Domingo Norte?
