Conmovedor llamado a no rendirse

Existen serias razones para preocuparse por el grave proceso involutivo experimentado en el último decenio por la democracia dominicana: Se multiplican los casos de corrupción administrativa en todos los poderes del Estado sin que el Ministerio…

Existen serias razones para preocuparse por el grave proceso involutivo experimentado en el último decenio por la democracia dominicana: Se multiplican los casos de corrupción administrativa en todos los poderes del Estado sin que el Ministerio Público ni el Poder Judicial se apresten a condenarlos.

Ha crecido la inseguridad ciudadana ante el auge de una criminalidad impulsada por la permisividad gubernamental. Los partidos políticos parecen abocados a una crisis, han desertado de su papel de intermediarios entre la ciudadanía y el Estado y no practican la democracia interna ni la transparencia en el manejo de sus fondos. La sociedad dominicana se muestra indiferente frente al retroceso en la calidad de la democracia, facilitando con ello la continuidad de un modelo político disfuncional.

Por su parte, las organizaciones de la sociedad civil experimentan un doloroso retroceso con la cooptación de muchos de sus miembros y dirigentes por parte del clientelismo prevaleciente en el sistema político.

Ante una situación como la descrita, resulta fácil caer en la desesperanza y el desánimo y, en consecuencia, abandonar definitivamente la lucha porque nuestro país alcance por fin el estadio de democracia consolidada.

Ahora bien, el siguiente testimonio puede ayudarnos a no sucumbir ante esa peligrosa tentación. Su autor es el escritor y activista progresista norteamericano William Rivers Pitt, quien lo publicó en el periódico digital Truthout, el 2 de febrero del 2012: “No cuento con que aquello por lo que lucho llegue a ser realidad en el transcurso de mi vida. En la actualidad, el estado de cosas ha llegado demasiado lejos. Acepto la posibilidad de fracasar y morir derrotado.

Pero eso no me preocupa. Vale la pena emprender la lucha, porque nuestra causa lo merece. Pretendo dedicar los años que me restan de vida a esta lucha, sin esperar resultados. Más tarde o más temprano nuestra causa prevalecerá. Pueden ponerlo por escrito, como lo acabo yo de hacer.

Probablemente no estaré aquí para verla convertida en realidad, pero la victoria es su propio premio porque un mundo mejor es posible y eso es, a fin de cuentas, lo único que importa.”

Ojalá que este grito de “esperanza contra toda esperanza” contribuya, por el bien de nuestras futuras generaciones, a que sigamos adelante sin nunca desfallecer.

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