La Construcción / Destrucción nacional

Éramos conglomerado segmentado étnica, social y geográficamente con sentimientos, fidelidades e intereses opuestos, arreados por…

Éramos conglomerado segmentado étnica, social y geográficamente con sentimientos, fidelidades e intereses opuestos, arreados por pequeñísima minoría tradicionalmente poderosa y otra igual de pequeña con ganas de asumir el poder que, confiada en la bondad de su causa revolucionaria, en versión hipócrita y sediciosa de republicanismo que negaba la realidad donde vivía, se adhería militar, y administrivamente al gobierno dictatorial.

No afirmo que la República era perfecta. Tampoco que se hubiesen extinguido los rezagos de tiempos africanos anteriores a la esclavitud. Digo, que vivían todos, los del Este y el Oeste, en el mismo Estado, único, soberano e independiente, cuya ayuda económica y militar fue capital para la conformación de otros estados republicanos en América.

En medio de la diatriba de quienes procuraban ganancias de la ausencia de fidelidades, de los conflictos por el poder, de los excesos y las incongruencias del gobierno nacional, para convertirse ellos en gobierno de lo posible, ser dominicano o lacayo francés, nunca haitiano, aunque sus socios -sus cómplices- procuraban cambios republicanos, a pesar de la experiencia monárquica o dictatorial.

Pero el Este era autarquía donde cada segmento social tenía representación geográfica y ninguna dependencia de los demás sectores económicos, étnicos o políticos. Así, los líderes escriben y divulgan manifiestos que aprovechan la degradación de la percepción pública sobre el gobierno nacional, incluyendo la labor propagandística de sus principios por parte de los liberales, que promueven sus ideas sin evaluar sus posibilidades de fracaso en una empresa suicida que, evaluada a conciencia, nunca habría sido intentatada.

Actuaron irresponsablemente cuando “un grupo de intelectuales y burgueses haitianos buscan deponer su gobierno e instalar uno más democrático. Para finales de 1842 todo estaba organizado para destituir a Boyer y en una reunión celebrada por la Sociedad de los Derechos del Hombre invisten a Charles Herard como jefe máximo de la revolución”. Tampoco se dieron cuenta del poder de sus adversarios aquí, quienes conformaron la República Dominicana de los sueños liberales, a pesar de la enorme inferioridad poblacional, económica y armamentista.

Hoy siguen triunfando cuando la historiografía miope proclama padres de la nacionalidad a quienes no la conquistaron ni sostuvieron y, quienes con raras excepciones procuraron entregar la soberanía por no creer en la república. La historia dice que todos fueron entreguistas con honrosas excepciones, como la de Francisco Henríquez y Carvajal. Tampoco están exentos los de ahora.

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