La nueva administración del presidente Medina tomará posesión en agosto, en medio de un contexto internacional muy complicado, que afecta a buena parte de los países del hemisferio. Es bien sabido que la ralentización de la economía china y la geopolítica del Medio Oriente ha provocado la caída de los precios de los principales rubros de exportación latino-americanos, incluyendo el precio del petróleo.
En cada uno de los países factores particulares se han sumado a la desaceleración económica para llevar la impopularidad de los gobernantes a niveles inimaginables. En Colombia, el presidente Santos ha promovido un arriesgado y prolongado proceso de paz con las guerrillas de las FARC, dándole la espalda a las fuerzas conservadoras que le dieron apoyo para llegar al poder. El dilatado e inconcluso proceso de negociación y la desaceleración económica han llevado el rechazo a la gestión de Santos al 64%. En Venezuela la caída de los precios del petróleo ha acelerado una inevitable crisis, causada por el despilfarro de recursos. La escasez de los bienes más esenciales ha desgastado la popularidad del régimen, al punto de minar la legitimidad del gobierno de Maduro, que progresivamente se apoya en una casta militar privilegiada, ante una tasa de impopularidad que algunos cifran en un 85%. Brasil, por su peso, es el caso más importante. La caída de los precios de exportación han coincidido con un escándalo de corrupción mayúsculo, que envuelve a buena parte de la clase política, de todos los partidos. Esta crisis erosionó la legitimidad del gobierno de Dilma Rousseff, quien está en proceso de ser desbancada, quizás siendo más limpia que muchos de los que la acusan. La crisis del “impeachment” no parece tener buenos vaticinios, sobre todo, si algunos actores han actuado buscando no ser encausados, por lo que quedará por ver el veredicto final del pueblo y la justicia brasileña, en un asunto difícil de manipular, pues ha recorrido el mundo.
Resulta inquietante que el país más poderoso del mundo, y que más influye sobre nuestro país está pasando por un período de inusual turbulencia política. Las elecciones primarias de los dos partidos están dominados por tres candidatos, dos de los cuales mantienen posturas anti-sistemas. Hillary Clinton es la única candidata convencional. Sin embargo, su posición es altamente incómoda, pues está teniendo que lidiar con Trump y su táctica de “demuele y vencerás;” con Sanders, quien no desaparece, como la peor de las pesadillas, y que la acusa de connivencia con Wall Street, y con una investigación del FBI. La posible Presidencia de Trump, con su personalidad abrasiva, tiene a muchos aliados nerviosos… Y para terminar, nuestros vecinos no acaban de ponerse de acuerdo para resolver de manera sensata su crisis política.
