“A un gustazo, un trancazo”. El dicho popular aplica justamente a las gripes de naturaleza alérgica que suelen “tumbarme”. En medio de esos indeseables episodios de dolor de garganta, fiebre, debilidad general, me juro que jamás volveré a “pecar” (consumir los elementos que los desatan como lácteos o frutos secos). Mayormente me abstengo, pero las recaídas suceden.
Alimentos placenteros, muy especialmente los dulces y grasientos, generan un efecto cerebral gratificante de carácter casi adictivo. Para mantener la disciplina es imprescindible educar la voluntad gradualmente. Debemos identificar medios alternos de recompensación, si no el sentimiento de privación también resultará problemático. Básico, manejar el estrés. Nos induce a ansiar comer precisamente lo que menos debemos comer. l
