Contrabando

España inició la conquista del mundo con que se topó Colón en su búsqueda de nueva ruta al oriente viajando hacia occidente, asociando el concepto de riqueza a la tenencia de metales, piedras preciosas o perlas, y al sometimiento a la esclavitud&#823

España inició la conquista del mundo con que se topó Colón en su búsqueda de nueva ruta al oriente viajando hacia occidente, asociando el concepto de riqueza a la tenencia de metales, piedras preciosas o perlas, y al sometimiento a la esclavitud de otros pueblos, a los que llamaron con el mismo nombre con que eran conocidos los vándalos en Europa, bárbaros o beréberes. Así, ricas de origen eran las entidades que pudieren entregar en su conquista tales riquezas.

Cuando Santo Domingo presenta a finales del siglo XVI un cuadro absolutamente disidente, con el progreso de sus comunidades costeras, por el contrabando de su recurso más excedentario, cueros y carnes ahumadas, que mejoró el lote de las clases locales mediante el trueque de éstos por una mayor variedad de mercancía europea, a mejores precios que las ofrecidas por el monopolio sevillano. Las autoridades coloniales solo atinaron a pensar que el contrabando terminaría con la destrucción de las comunidades costeras porque sin ellas los enemigos de España no tendrían con quien comerciar, un argumento lógicamente incorrecto, pues con las medidas recomendadas solo se eliminaba al intermediario costeño quedando disponibles las mercancías directamente a los contrabandistas a través del pillaje.

En su “Historia del Caribe” (p. 71), Frank Moya Pons comenta: “…cuando los holandeses descubrieron… la gran fuente de cueros que eran las Antillas … no vacilaron en dedicarse de lleno al contrabando. Tan voluminoso se hizo … que para el comercio con Cuba y la Española los holandeses dedicaban anualmente veinte barcos de 200 toneladas cada uno… ”

“En todas las Antillas, el contrabando se convirtió en el principal medio de vida de las poblaciones más alejadas de las capitales coloniales. Los cueros se convirtieron en la moneda universal y en el medio de cambio preferido por todos, extranjeros y españoles… Los precios variaban según las circunstancias, pero había ciertos patrones que eran universalmente aceptados. En 1577, los vecinos de las Antillas pagaban a los portugueses dos o tres cueros por una vara de paño fino, o un cuero por cuatro, cinco o seis varas de ruán, o de 20 a 25 cueros por una pipa de vino.”

“El contrabando se realizaba conforme a reglas muy claras. Una vez que los barcos extranjeros llegaban a los puertos naturales utilizados … disparaban dos cañonazos para avisar su llegada a los pobladores del interior, quienes habían depositado de antemano sus cueros, cañafístolas, jengibre y sebo en ranchos cercanos a la costa”. Todos eran cómplices. Por eso cuando las autoridades ordenaban investigaciones todo se mantenía encubierto y nada salía a flote.

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