¡Contracorriente!

Indudablemente, la fortaleza que mostramos en público proviene de la unción que recibimos en privado, cuando en oración cerramos…

Indudablemente, la fortaleza que mostramos en público proviene de la unción que recibimos en privado, cuando en oración cerramos la puerta y abrimos el corazón al único que puede comprender nuestra causa, conocer sus raíces y ver nuestro futuro como la palma de su mano. Es cuando aceptamos nuestra impotencia que recibimos su extraña y sobrenatural fortaleza, con la cual no hay súper héroe que nos haga competencia, y venga lo que venga decimos: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Solo nuestro Señor Jesucristo es capaz de proveernos tal capacidad para superar el oleaje de las corrientes egoístas de los intereses humanos y los ecos con que quieren amedrentarnos los vientos del temor y la ansiedad. Entonces, nadamos vigorosos contracorriente.

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