Los Leones están jugando con tabla y sierra. Llevan tres victorias en la Serie Final y en cada una han establecido las reglas de juego.
No creen en nadie.
El Estadio Cibao será el Valle de la Muerte para cualquier conjunto de la pelota invernal, menos para el Escogido, que juega en el referido parque con una seguridad pasmosa. De hecho, les juegan mejor a las Águilas en su casa que en el Estadio Quisqueya.
En la pelota esa historia es cíclica: equipos que clasifican en la última instancia se llevan a todo el mundo de paso. San Luis lo hizo en 2011. Conjuntos que tienen talento y a la suerte mudada en su camerino pasan el rolo. San Francisco estuvo en dos ocasiones a punto de ser eliminado en la pasada campaña de las Mayores, pero terminó barriendo a los poderosos Tigres de Detroit.
Lo hemos visto con las Águilas Cibaeñas. También con los Tigres del Licey.
Ahora es el turno de los Leones del Escogido.
El mote de “Duros de Matar” les va bien. No tienen un pelotero llamado Bruce ni de apellido Willis. Mucho menos uno de sus integrantes responde cuando alguien dice “John McClane”. Pero sobrevivieron a una situación de bases llenas en el noveno en el primer juego de la serie, una copia de un partido de la vuelta regular ante los Toros y en La Romana.
Después de ahí, han lucido más dominantes que sus rivales. Su pitcheo ha sido mejor que los amarillos y ayer Nelson Figueroa lanzó otra joya en el Estadio Cibao, el mismo lugar donde se dio a conocer en esta pelota.
Las Águilas tienen desventaja con sus lanzadores y es de esperar que debajo 0-3 la preocupación comience a sentirse por los predios cibaeños. La presión es de todos, dijo Michael Jordan en una ocasión.
Para ganar campeonatos es necesario lanzar bien y defender lo más cercano a la excelencia posible. Es precisamente lo que ha martillado a las Águilas en esta última fase del campeonato.
La Final está pautada a un 9-5, pero creo que las Águilas deben jugar como si no tuviesen mañana. Nadie quiere verse debajo 0-4 ante unos Leones que están crecidos.
