Ahora que se conoce a los recién seleccionados inmortales al Salón de la Fama Cooperstown en las personas de Ken Griffey Jr. y Mike Piazza, dos merecidas elecciones, es justo pensar en los candidatos de 2017, donde se encuentra Vladimir Guerrero.
Lo primero es que no tengo la menor duda de que Guerrero pertenece al templo de los inmortales. Ya sea en una primera aparición en la boleta o en una segunda, el nativo de Don Gregorio, en Nizao, Baní, terminará recibiendo el máximo honor del béisbol.
En ocasiones parece que ciertos conglomerados olvidan la clase de pelotero que fue Vladimir, uno dominante, de los mejores bateadores de su generación, Jugador Más Valioso en la campaña de 2004 en la Americana con Anaheim, uno de esos raros especímenes que además de su habilidad con el madero, también en 2002 se quedó a ley de un cuadrangular para completar el 40-40 (bases robadas y jonrones).
Estamos hablando de un bateador de por vida de .318 que sacudió 449 vuelacercas y produjo 1,496 carreras. Fue un hombre de “swing” libre que nunca recibió 100 bases por bolas, pero tampoco se ponchó un centenar de veces en sus 16 campañas en las Mayores.
En 10 ocasiones impulsó 100 o más vueltas y durante 12 contiendas consecutivas tuvo promedio de .300, racha que todo conocedor del juego sabe que no es cualquiera que la hilvana. Mucho menos si el personaje es un “slugger” como Vladimir, quien dio pocos sencillos en el cuadro (infield hits) en su carrera.
Pasar de 10 años con average de .300 o más es caer en los predios del finado Tony Gwynn y Rod Carew, dos científicos del bateo.
Y, por último, y no menos importante, Vladimir no tiene manchas en su registro.
Limpio como una patena.
Apunte esto
Se reinicia esta noche el Todos contra Todos con tres equipos, Leones, Estrellas y Toros, en busca de la otra plaza hacia la final, ya que es poco probable que Licey se quede fuera…El descanso de ayer es un alivio para los diferentes cuerpos de relevo…Desde que usted ve a un dirigente tocando en el primer episodio, afirme que, entre otras cosas, la presión campea por sus fueros.
