La criatura de Villa Faro

Las fotografías de tres niños rodando en las redes sociales, famosos por haber violado y aniquilado a otra infante, más el llanto desesperado de una madre desgarrada por el dolor de haber perdido a su hija, todavía bailotean en mi cabeza. Los…

Las fotografías de tres niños rodando en las redes sociales, famosos por haber violado y aniquilado a otra infante, más el llanto desesperado de una madre desgarrada por el dolor de haber perdido a su hija, todavía bailotean en mi cabeza. Los noticiarios y diarios se encargaron de recordarme esas imágenes, incluso hasta el momento en que escribía estas líneas. El país también pudo verlo, y quizás más allá de nuestras fronteras, gracias a la magia del Internet que nos conmina a vivir en una aldea global donde se comparten toda clase de informaciones, incluso las más desafortunadas.

Sin ánimo de atrincherarme en una temática que me identifique como hacedora de opinión pública en cuestiones específicas, para nadie es secreto mi gran interés y empeño en los temas que de alguna forma toquen la integridad familiar y la importancia que tiene esa estructura para el sano desarrollo de toda sociedad.

He llegado incluso a sugerir la posibilidad de que se contemple la creación de una entidad estatal con la misión exclusiva de formular políticas orientadas a la planificación familiar, desde un enfoque multidimensional.

Con este cruce de ideas intento volver a la cuestión que entiendo elemental para evitar que el Estado dominicano sucumba en su afán de transformar para bien el comportamiento de nuestra sociedad.

Y no podemos darnos el lujo de rendirnos, aunque seamos testigos de episodios que rompen con la rutina de eventos que hace mucho nos arrebataron nuestra capacidad de asombro. Ni tampoco limitarnos a ir a llorar al “muro de las lamentaciones” cada vez que un hecho como este nos golpea.

Si aun no entendemos la gravedad de la amenaza a la que nos enfrentamos, de no pensar sin dilación soluciones puntuales y metódicamente planificadas, entonces adentrémonos de nuevo en el dramático suceso que esta vez tuvo por víctima a una hermosa criatura de tan sólo cuatro años.

¿Nos acostumbraremos, acaso, a leer titulares noticiosos donde víctimas y victimarios no alcanzan la mayoría de edad? ¿Seremos capaces? ¿Qué o quién le devolverá la tranquilidad a los padres de esta pequeña? ¿Es justo que una niña de apenas cuatro años pague el precio de la indiferencia social responsable de haber creado a sus pequeños verdugos?

Pienso que no tiene sentido alguno esgrimir respuestas convencionales a estas preguntas, porque de seguro volveríamos al círculo vicioso de convertir estas interrogantes en objeto de prolongados y cansones debates, para luego pasar a una extensa fase burocrática y descubrir entonces que anduvimos por caminos errados.

Mientras tanto, un corazón destrozado llora sin consuelo a su cría en Villa Faro. Y mañana, ¿quiénes serán las próximas víctimas? 

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas