Crónica sobre el seminario mayor Santo Tomás de Aquino y su biblioteca (2 de 2)

IntroducciónDesde mayo 2015 me propuse escribir estas cuartillas sobre el Pontificio Seminario Santo Tomas de Aquino y su nueva biblioteca, que fue inaugurada justo el 8 de ese mes y año, día en que fue inaugurado dicho…

Introducción

Desde mayo 2015 me propuse escribir estas cuartillas sobre el Pontificio Seminario Santo Tomas de Aquino y su nueva biblioteca, que fue inaugurada justo el 8 de ese mes y año, día en que fue inaugurado dicho Seminario en 1858, es decir, hace 157 años. Le dije entonces a Mons. Bello Peguero mi propósito. Gracias a él, debo confesarlo sinceramente, las publico cuatro meses después en septiembre, porque con frecuencia me repetía: -¿Y cuándo vas a publicar por fin las notas acerca del Seminario y esos diez puntos de continuidad sobre el mismo a los que referiste en la bendición de la nueva Biblioteca? He aquí, pues, esas notas y diez puntos. Para ello utilizaré varias fuentes: Datos de la Dra. Miriam Michel, de la Arq. Ingrid del Castillo, del P. Amable Durán y los míos. En la primera entrega di a conocer los datos de las dos primeras fuentes; hoy las dos últimas.

III. P. José Amable Durán
El P. José Amable es el actual Rector del Pontificio Seminario Santo Tomás de Aquino. De él quiero citar las tres partes de su Discurso en la inauguración de la referida nueva Biblioteca.

Introducción
“Este viernes 8 del 2015, es un día glorioso y memorable para nuestra institución, no sólo por celebrar el 167 aniversario de su fundación, sino, sobre todo, por marcar estas efemérides con la inauguración y bendición de nuestra biblioteca, corazón del área académica. Antes de pasar a otros aspectos, me parece oportuno, presentar brevemente, algunos rasgos que ponen de manifiesto el aporte del seminario a la sociedad, así como su evolución en el área académica. El Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino, desde su fundación, aquel 8 de mayo de 1848, no ha dejado de ser un faro de luz, no sólo para la Iglesia, sino también para la sociedad dominicana. En este centro de estudios se formaron personalidades históricamente influyentes: Presidentes de la República, Arzobispos y obispos, políticos y abogados, médicos y educadores, poetas y literatos, periodistas e historiadores y una legión de sacerdotes diocesanos y religiosos, que en sus distintos ambientes han contribuido a la formación integral y a la promoción humana y cristiana del pueblo dominicano. Como muestra de ello baste recordar a personalidades de la talla de Mons. Fernando Arturo de Meriño, Mons. Adolfo Alejandro Nouel, José Joaquín Pérez, Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, Mons. Hugo Eduardo Polanco Brito. Volviendo la mirada a la historia de nuestro seminario, podemos decir con humildad que ha ido gradualmente subiendo peldaños y ganando espacio en el área académica como lo ponen de manifiesto los siguientes datos: Durante el gobierno eclesiástico de Mons. Meriño, en 1890, el Congreso Nacional le confiere el poder de expedir títulos de Bachiller en Filosofía y Letras, así como de Teología y Cánones. Durante la intervención norteamericana, bajo la dirección del clero criollo, logra que el Congreso Nacional, mediante la ley N° 145 del 5 de abril de 1918, otorgue la licenciatura en Filosofía y Teología. En 1981, bajo el gobierno eclesiástico de Su Eminencia Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, recién nombrado Arzobispo de Santo Domingo, mediante acuerdo, obtiene que el título de Lic. en Filosofía sea otorgado por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, en un período de cuatro años de estudios. Finalmente, en diciembre del 2013, después de un largo proceso de recopilación, ordenación y revisión de datos, así como de un tiempo de negociación con la Universidad Eclesiástica de San Dámaso, hemos logrado afiliar nuestros estudios teológicos a la facultad de teología de dicha universidad, consiguiendo de este modo que los alumnos, al finalizar debidamente los cuatro años de estudios requeridos, puedan adquirir sus títulos de Grado de Licenciatura en Ciencias Eclesiástica, abriendo así una puerta para continuar la especialización y el doctorado en teología, en esta u otras universidades de Europa y América.

Importancia de la Biblioteca

Pasando al tema que nos congrega, es para todos evidente que la biblioteca es un espacio vital en la academia. Pues su cometido no es otro que propiciar, favorecer y estimular la lectura, así como ofrecer tanto a profesores como a estudiantes recursos impresos, digitales y electrónicos que les permitan cumplir con los requisitos propios de cada carrera, les ayuden a hacer sus investigaciones y mantenerse actualizados en el mundo de la información y el saber. En los seminarios, el área académica, en estructural relación con la humana, espiritual y pastoral, constituye una de las cuatro columnas en que se apoya y construye la formación sacerdotal, la cual, en sus dos grandes vertientes: filosofía y teología, tiene como finalidad fundamental formar al hombre, al cristiano, al maestro, al pastor, guía del pueblo de Dios. En este sentido, dice el Papa Juan Pablo II, hoy declarado santo: “La formación intelectual de los candidatos al sacerdocio encuentra su justificación específica en la naturaleza misma del ministerio ordenado y manifiesta su urgencia actual ante el reto de la nueva evangelización a la que el Señor llama a su Iglesia a las puertas del tercer milenio.” (PDV 51). Ahora bien, esta formación no sería óptima y completa si no disponemos de un lugar adecuado que fomente el espíritu investigativo. Esta es la razón por la que, en todo seminario, hay dos lugares sagrados, que de manera distinta pero conjunta, constituyen los dos grandes templos en los que se forja el espíritu del presbítero, me refiero a la capilla y a la biblioteca. En la capilla, mediante la oración, la meditación y la liturgia, oramos y celebramos lo que creemos; en la biblioteca, mediante la investigación y el análisis, esclarecemos y profundizamos la fe que profesamos. En estos dos lugares encuentra un eco aquella solemne afirmación del papa Juan Pablo II cuando afirmaba: “La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. (Fides et ratio, introducción).

Memoria

Finalmente, me parece oportuno el momento, por considerarlo de justicia a esta obra, hacer mención de tres figuras que han sido como sus motores impulsores hasta llevarla a remontar el vuelo en los últimos 20 años, de tal manera que podemos hoy decir, con un sano orgullo, que estamos entre las principales bibliotecas del país, me refiero, en primer lugar, a la familia. Robles Toledano quien dispuso donar íntegramente la biblioteca de uno de los intelectuales dominicanos más destacados de los últimos años, Mons. Robles Toledano, de feliz memoria. Con esta donación nuestra biblioteca fue enriquecida con unos 15 mil libros sobre los distintos temas filosóficos y teológicos. En segundo lugar, a Mons. Rafael Bello Peguero, quien durante la rectoría de Mons. De la Rosa y Carpio, al notar las estrecheces y lo inapropiado del actual local, iniciaron este nuevo proyecto que en este día tenemos la alegría de bendecir e inaugurar.

Decíamos en la mesa, parafraseando al anciano Simeón, los sacerdotes que conformamos el actual Equipo Formador que hoy, ambos pueden decir, ahora Señor, puedes dejar a tus siervos irse en paz, porque mis ojos han visto finalizada esta obra. En tercer lugar, a la Lic. Cándida Montilla de Medina, quien en estos últimos cuatro años ha sido nuestra Madrina, no sólo en la celebración de eventos tan necesarios para nosotros como el Desayuno pro-fondo y la Cena Pan y Vino, sino también en el remozamiento del salón multiuso P. Mateo Andrés y en la terminación de esta bella biblioteca que hoy vemos concluida después de 20 años de espera. Para todos ellos pido de ustedes un fuerte aplauso.”

IV. Diez puntos de continuidad

Echando una rápida mirada a los 167 años de existencia del Pontificio Santo Tomás de Aquino, vinieron a mi mente los siguientes diez puntos de continuidad en el tiempo, ligados a esta Institución formativa y que pronuncié como introducción al bendecir su nueva biblioteca. A saber: 1. Continuidad del Seminario mismo, a pesar de las mil vicisitudes del país, de la Iglesia y de la institución misma. Nunca ha cerrado sus puertas ni interrumpido su formación humana, académica, espiritual y pastoral.

2. Continuidad de su Biblioteca, con unos inicios muy modestos en sus instalaciones y en la cantidad de sus libros.

3. Continuidad en el apoyo de los Arzobispos de Santo Domingo y ahora de los once obispos del país, para que siga siendo un centro educativo de primer orden.

4. Continuidad del apoyo de todos los Gobiernos, que ha tenido la Nación, al Seminario Mayor, desde sus inicios hasta el día de hoy.

5. Continuidad en la sucesión de Rectores, que han sabido aportar lo mejor de sí mismos en la conducción y formación de la Institución, sus profesores, sus formadores y seminaristas.

6. Continuidad en ser un centro universitario, conservando la calidad académica de nivel universitario y agregando nuevas formas o carreras universitarias.

7. Continuidad en colaboradores de las diversas áreas del Seminario, no necesariamente ligadas a la curia arzobispal o al gobierno, como acontece ahora con la Biblioteca en la persona de Mons. Bello Peguero, el cual impulsó su construcción, Mons. Robles Toledano, quien donó su valiosa Biblioteca Personal, la Dra. Michel, que la organizó científicamente, la Arq. Ingrid, que soñó su estructura y Dona Candy de Medina, que la apoyó, incluso antes de ser Primera Dama del país.

8. Continuidad y perseverancia en la construcción de esta misma Biblioteca, al tener que vencer muchas dificultades, llegando hoy, después de más de 20 años, a esta hermosa edificación, adaptada, por otra parte, a los requerimientos tecnológicos modernos.

9. Continuidad de los mismos seminaristas en el amor a la Biblioteca, participando, con los formadores, en su cuidado y sus servicios. Recuerdo que, siendo seminarista, se me confió la tarea de ser el Bibliotecario, en lugar del Padre Jesuita, que tenía esa responsabilidad. Hoy día es imposible pensar en un Seminarista Bibliotecario, dado el enorme crecimiento de la actual Biblioteca, ni tampoco en un sacerdote inmediatamente responsable. Pero todos, sacerdotes y seminaristas, siguen dando continuidad, no solo en el uso de los libros, sino en el amor y en algún tipo de servicio desde la Biblioteca. Esto lo vi reflejado en el Seminarista, que en nombre de sus compañeros, hizo la introducción a este acto.

10. Continuidad del amor de los antiguos alumnos, no sacerdotes, a esta Casa de Formación. Hoy mismo saludé a algunos que me dijeron: “Vine a esta inauguración, por gratitud a esta Biblioteca, la cual aportó mucho a la formación que hoy tengo como profesional”. Son muchos los exseminaristas, que colocan con orgullo en sus “curricula vitae”, como referencia, “Exalumno del Pontificio Seminario Santo Tomás de Aquino”. Este dato es, también, signo de la continuidad de este Seminario en abrir sus aulas y su formación a todos lo que se sienten llamados a ser sacerdotes, aunque luego disciernan que esa no es su vocación.

Conclusión

CERTIFICO que los datos recogidos en mi trabajo sobre el Seminario Santo Tomás de Aquino y su Biblioteca son ciertos y fidedignos.

DOY FE, en Santiago de los Caballeros, a los diecisiete (17) días del mes de septiembre del Año del Señor dos mil quince (2015).

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