Parafraseando por enésima vez al gran García Márquez, se puede ilustrar de la mejor forma lo que ocurrió en Chile este domingo. Michelle Bachelet Jeria vuelve al poder con el 62% de los votos, frente al 37% de Evelyn Matthei, quien nunca tuvo ninguna posibilidad de poner en duda la victoria de la candidata y ahora presidenta electa de la “Nueva Mayoría”.
La jornada electoral
Día para el olvido en términos de participación, con una abstención de casi el 45%. El triunfo inminente de Bachelet, el voto voluntario y el desencanto generalizado con la clase política, fueron la tormenta perfecta ante el balotaje que transcurrió de forma pacífica, como ya comienza a ser costumbre en elecciones chilenas.
Mesas vacías y una afluencia que durante todo el día fue baja, hizo presagiar una victoria sin lugar a dudas para la oposición, y una abstención por encima de lo normal, índice que obligará a todos los partidos a evaluar su sintonía con una ciudadanía que sencillamente, este domingo se quedó en casa.
Cierre de mesas y resultados parciales
No pasaron 60 minutos del cierre oficial de mesas y el resultado ya era irreversible: Bachelet con 62%, y Matthei con 37%, obligó a esta última a salir a reconocer el resultado, tomar el vehículo y felicitar en persona a la presidenta electa.
El mandatario Sebastián Piñera llamó por teléfono a Bachelet, momento que fue televisado, imprimiendo el sello democrático bajo la frase: “Más allá de las diferencias, queremos lo mejor para Chile”.
Lo que viene
Michelle Bachelet asume el cargo de forma oficial en marzo de 2014. La banda presidencial se la entregará Piñera, un intercambio que vuelve a repetirse como en marzo de 2010, y que muchos aventuran, el actual presidente intentará que se reedite en marzo de 2018.
La presidenta electa no tendrá una escenario sencillo. Chile ha cambiado de manera vertiginosa. Los avances sociales y económicos han hecho despertar al gigante dormido, que conoce y ejerce sus derechos.
El Chile de hoy ha depositado su confianza para que sea Bachelet quien lleve las riendas del país por los próximos cuatro años. Las reformas, acciones y promesas que la nueva presidenta trazó a lo largo de su campaña, serán la bandera de la victoria o el sabor del fracaso de su gestión.
El reloj ya comenzó a marcar.
