¿Cuadro de violencia?

Si nos atenemos a los hechos, hay que reconocer que la actual campaña electoral se ha desarrollado sin violencia, que a lo sumo, lo que por…

Si nos atenemos a los hechos, hay que reconocer que la actual campaña electoral se ha desarrollado sin violencia, que a lo sumo, lo que por momento se torna agresivo, quizás incendiario, es el lenguaje de algunos de los actores.

Han ocurrido hechos vinculados a las actividades electorales, como el lamentable incidente de San Víctor, Moca, donde un ciudadano perdió la vida en medio de un bandereo que terminó en pedradas entre perredeístas y peledeístas.

El domingo las alertas se dispararon cuando una caravana del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) fue alborotada cuando unos desaprensivos lanzaron un objeto, una botella, según versiones, contra los manifestantes. La movilización la encabezaba el presidente Leonel Fernández y el material (piedra o botella)  aterrizó en su entorno, y como debe imaginarse, se produjo un corre-corre. Aparentemente, la seguridad del presidente reaccionó con aplomo, sin consecuencias lamentables. Otros hechos aislados, como los disparos contra la residencia de los parientes de una regidora del Partido Revolucionario Dominicano, en Tenares, Salcedo, si bien inquietan, apenas reflejan un estado de tensión, no un ambiente recurrente de violencia.

 Lo que preocupa es un lenguaje estridente, que refleja algunos estados conductuales reprimidos, proclives a las vías de hecho en determinadas situaciones, pero que no reúnen los elementos característicos de un ambiente de violencia en la campaña. La proclama de un ex general, o una conversación privada entre políticos, no sugieren necesariamente que nos encaminemos por caminos que ya la nación ha desechado.

De todas formas, hay actores que no se dejan llevar de esos ánimos y siguen impasibles en sus empeños proselitistas. Por ejemplo, el presidente Fernández, que ha asumido  “el botellazo” como gaje del oficiante de una campaña política en un país del tercer mundo.

Esos actos aislados no conducirán el proceso cívico a un estado de violencia, ni siquiera durante la noche en que las lágrimas brotarán, de tristeza o alegría. Preferimos creer que no estamos ante un cuadro de violencia.

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