Cuando las aguas se agitan

Las hasta ahora tranquilas aguas del peledeísmo comienzan a moverse y es extemporáneo predecir qué nivel alcanzarán sus olas. Las tempranas disputas por la candidatura presidencial las han agitado. Pero aun cuando llegaran a un maremoto, la causa&#823

Las hasta ahora tranquilas aguas del peledeísmo comienzan a moverse y es extemporáneo predecir qué nivel alcanzarán sus olas. Las tempranas disputas por la candidatura presidencial las han agitado. Pero aun cuando llegaran a un maremoto, la causa que las generan, sacarían al partido de la sumisión a un caudillo en que han vivido desde su mismo origen, primero bajo el faro de su fundador, y luego por la herencia de quien hizo del poder un instrumento de su propia fortuna y gloria.

En infinidad de artículos y ponencias advertí por años sobre el daño que a ese partido, y con ello al sistema político nacional, le haría someterse a un liderazgo unipersonal mesiánico, bajo la falsa pretensión de que sólo así podría garantizarse el poder y derrotar a sus adversarios.  Mis observaciones me valieron fuertes críticas, que un amplio documento publicado en espacio pagado bajo el título “Lo que Temo dijo en Nueva York”, ha venido a darme la razón, porque el ministro de Economía, quien aspira a la sucesión presidencial, dice que el caudillismo sería la tumba del peledeísmo.

El contenido de este escrito encaja en lo que un intenso rumor público describe como una rivalidad creciente en el seno de la alta dirigencia del PLD, de la que no se escaparía su comité político. Una rivalidad a la cual se le atribuyen los pasquines que intentaron dañar la reputación del gobierno y de sus más cercanos colaboradores, gentes leales al presidente Medina, cuya victoria electoral Montás estima como muestra de las virtudes de la alternabilidad, hecho al que atribuye, además, la longevidad del PRD como primera fuerza política, a despecho de sus agrias riñas intestinas. Según el ministro, una eventual candidatura del expresidente Fernández le depararía al PLD la misma suerte que el mesianismo de Balaguer le deparó al PRSC, un aliado al que da en su escrito como un muerto político.

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