Cuando se revisan papeles viejos

El hecho de que en la columna del lunes 12 de enero de 2009, lo recuerdo como ahora, saliera “hayan echo su trabajo”, en referencia a la posibilidad de que la ausencia del entonces presidente Fernández en la celebración del Poder Judicial se…

El hecho de que en la columna del lunes 12 de enero de 2009, lo recuerdo como ahora, saliera “hayan echo su trabajo”, en referencia a la posibilidad de que la ausencia del entonces presidente Fernández en la celebración del Poder Judicial se debiera a un conocimiento previo del discurso del juez Subero Isa por la eficiencia de los servicios de inteligencia, echó a perder todo el texto.

Lo confieso, me domina todavía un profundo pesar. En mi ámbito de actividad, se insiste en hablar de la inexplicable incompetencia idiomática de aquellos profesionales que escriben haber sin hache o acentúan la última sílaba de la palabra “dijeron”, el plural pretérito de la tercera persona del indicativo del verbo decir. Muchas cosas ocurren cuando se escribe en los diarios, especialmente si esa actividad se hace a diario. Recuerdo una época, durante la guerra fría, que un corrector de estilo de este diario insistía, para mi consternación, en ponerle mayúscula al gentilicio bolchevique cada vez que hablaba del tema en un artículo, llamándome la atención por la “dicotomía” en que, según él, se incurría en el diario cuando se usaba con referencia al partido.

Su desliz consistía en que los señores bolvechiques representaban el sector mayoritario del partido socialdemócrata ruso, no un partido en sí mismo. Que tras la caída del zarismo impusieran un gobierno colectivista ejercido a través de la dictadura del proletariado y se convirtieran luego en el Partido Comunista de la Unión Soviética, era otra cosa. El hecho sin hache que apareció pues en mi columna me mantuvo despierto todo ese día con ganas sinceras de estrangular a alguien, consciente de que un hecho de esa naturaleza puede echar a perder mi vida y poner fin a mi carrera profesional, o por lo menos a esta columna.

Sólo quedaba echarlo al olvido para que no se le ocurriera al director echarme del diario por tan despreciable hecho.

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