La principal y menos costosa garantía que tienen las obras de infraestructura de perdurar en el tiempo sin deteriorarse y operando de manera regular es mediante planes efectivos de mantenimiento constante. En países organizados es común ver a obreros trabajando regularmente en las vías públicas (carreteras, autopistas, puentes, elevados). Son labores de conservación de esas infraestructuras.
República Dominicana históricamente ha adolecido de una cultura de mantenimiento y cuidado de sus obras. Por eso, lamentablemente, proyectos en los cuales se hacen cuantiosas inversiones para su construcción, luego es preciso gastar mucho más dinero de lo que absorbió su costo original, para los trabajos de reconstrucción.
Sin embargo, en la gestión actual del Ministerio de Obras Públicas se observa un constante interés en dar mantenimiento a las obras existentes, tanto a los elevados, como a las avenidas, los puentes y hasta las autopistas, donde es común ver unidades de la institución al servicio de los conductores. Esa nueva forma de dirigir y administrar las obras públicas es positiva y ofrece diversas ventajas para el Estado.
Lo primero es que se garantiza una mayor duración de las obras existentes sin la necesidad de hacer grandes inversiones en la reconstrucción, pues difícilmente se deterioren si reciben mantenimiento constante de parte de las entidades correspondientes. Una segunda ventaja es el ahorro económico, pues, lógicamente, resulta más barato cuidar la obra que volverla a construir tras dejarla deteriorar.
En tercer lugar, está la generación de empleos productivos, ya que son técnicos, obreros y expertos de diversas áreas los que deben trabajar en el mantenimiento de las obras; mientras que como cuarta ventaja a destacar está la admiración de los ciudadanos y ciudadanas, que si bien se quejan por los taponamientos que a veces causan las labores de mantenimiento, se sienten satisfechos de ver que se está haciendo algo positivo.
