Dadores alegres

Si condicionamos el dar a la calidad del recibidor, daremos mucho menos de lo justo y lo que es peor, reducimos nuestras posibilidades de recibir.…

Si condicionamos el dar a la calidad del recibidor, daremos mucho menos de lo justo y lo que es peor, reducimos nuestras posibilidades de recibir. Frecuentemente las personas aguantan el dar, al atribuir desméritos a los demás, incluyendo su real o alegada falta de generosidad. Esa actitud nos hace miserables, por alejarnos de la grata emoción significada en dar sin esperar ni mirar, por nuestra propia humanidad y felicidad. Obra el dar de la misma forma que el perdón: más que a quien lo recibe, beneficia a quien lo otorga, al librarlo de cargas y resentimientos. El dar construye la energía favorable para ser recompensados con tangibles e intangibles. No cortemos ese natural flujo nunca.

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