Y dale con la reelección

Conscientes de la amplia popularidad de la que goza el presidente Danilo Medina, distintos sectores dentro y fuera del Congreso Nacional, han estado planteando la posibilidad de la reelección presidencial. Esto se hace a pesar de que  la…

Conscientes de la amplia popularidad de la que goza el presidente Danilo Medina, distintos sectores dentro y fuera del Congreso Nacional, han estado planteando la posibilidad de la reelección presidencial.

Esto se hace a pesar de que  la Constitución dominicana no contempla la repostulación consecutiva, por lo que para ello, sería necesario dejar pasar un período. Estos grupos han querido aprovechar la discusión del proyecto de ley sobre el referendo, para introducir su propuesta reeleccionista. Sin embargo, este proyecto solo es posible a partir de una reforma a la Constitución.

Por suerte, el presidente ha enviado señales claras de que su gestión de gobierno concluye en el 2016 y por lo tanto, no creo que acceda a las presiones de los sectores que apuestan a la reelección. La posición de estos sectores es propia de una cultura política que está muy distante de los principios y valores que deben caracterizar a una democracia.

En primer lugar, estos grupos no terminan de entender que lo que establece la Constitución y las leyes no es letra muerta y en tal sentido, tiene que ser respetado y cumplido. En segundo lugar, insisten en la visión autoritaria de que los políticos tienen que perpetuarse en sus cargos, bloqueando así toda posibilidad al liderazgo de relevo.

Puede tener fundamento la preocupación de que cuatro años es un período muy corto para un gobierno que procura llevar a cabo las transformaciones que requiere el país, pero la Constitución no puede seguir siendo sometida permanentemente a cambios, en función de si se permite o no la reelección. Se debe cumplir con lo ya establecido en la carta magna.

Se lamenta que en el sistema político dominicano prevalezca una modalidad de reelección, no consecutiva pero sin límites, que no deja de ser perjudicial para la democracia. No ponerle topes a la cantidad de veces que un político, que ya ha sido presidente, pueda aspirar, es una forma de promover el liderazgo mesiánico y caudillista.

La reelección, en cualquiera de sus modalidades, afecta la calidad de la democracia. Varios analistas y organizaciones que trabajan el tema de la institucionalidad, han señalado que el continuismo en el poder “ha sido fuente de corrupción y avasallamiento del pluralismo político y de aniquilación de las prácticas democráticas”.

Lo más conveniente entonces, es que se permita gobernar al actual presidente, sin que se recurra al elemento de distracción que significaría un nuevo debate sobre la reelección. Convendría, además, que quienes ya han sido presidente, den la oportunidad al pueblo de elegir en base a nuevas opciones. l

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