Estoy muy identificado con el gobierno de Danilo Medina. Conozco al Presidente, y sé que lo que emprenda será para bien del país. Ahora está de moda la reforma fiscal. Hace días publiqué en mi facebook lo siguiente: “La reforma fiscal anunciada, al que menos le agrada es a Danilo Medina. Es una decisión difícil, producto de pasados desaciertos. Confiemos en nuestro presidente, persona responsable y de condiciones humanas excepcionales. El dolor de hoy es temporal y a la vez necesario para sanarnos moral y económicamente en el futuro cercano.
Sigamos adelante, que el camino de la patria está lleno de obstáculos y todos, hombro con hombro, debemos unirnos para vencerlos, siendo los mayores la pobreza, la impunidad, la falta de educación, el desempleo… son tantos…
Y Danilo lo sabe y luchará sin descanso para que mejoremos como nación y para que nuestros ciudadanos tengan una vida más digna”.
Como consecuencia de mi mensaje, recibí cientos de correos y de “me gusta”. Naturalmente, hubo muchos en desacuerdo con mi planteamiento, pero en casi todos ellos me impresionó que, a pesar de las críticas, la gente cree en Danilo. Les presento parte de uno de esos correos, como un homenaje a la libertad de pensamiento. Lo escribió alguien que me merece mucho respeto.
“Mi hermano Pedro, yo quisiera poder meter la mano por tus palabras, pero la verdad es difícil interpretar que el gobierno quiera hacer el sacrificio en base a su gasto; hemos visto ejemplos de instituciones privadas multinacionales que han reestructurado su organigrama, retirando sus instalaciones y eliminando puestos laborales. Un sector que entiende que no es necesario ir a la Justicia y otro asume que debe culminarse el proceso. A partir de entonces se ve desgastado el tema y posiblemente sea mejor no tocar ciertas teclas. El que el Fondo Monetario Internacional (FMI) haya pisado tierra dominicana, no significa que hay que hacer caso de sus planteamientos. Bien pudiera el FMI asumir que este es un gobierno nuevo, con diferencia conceptual de lo que es administrar el Estado.
Con el simple hecho de que las medidas restrictivas se cumplan, así como que se revisen los contratos de las generadoras, la Barrick, y se eliminen los nombramientos de asistentes, colaboradores y funcionarios inútiles se puede lograr que no haya que someter al pueblo a esa reforma. Y apresurar una política seria en materia de inmigración para que los que están informales también sean integrados a la participación de la tributación.
Hermano Pedro, trato de poner mi escudo a tu disposición, pero tienen que haber señales claras y precisas de que las cosas que están bien se van a continuar y las malas a corregir”.
