Hace unas semanas de forma sorpresiva el presidente Danilo Medina visitó el hospital Luis Eduardo Aybar. Centro emblemático y más importante de la red, además supuesto pulmón de la asistencia pública en salud en la ciudad capital.

Esa visita, significativa, le mostró la realidad a las nuevas autoridades, lo que ha sido la tradicional ineficiencia de la gestión pública en salud. Fue muy estremecedor y visible el impacto en la sensibilidad del dignatario generando una muy mala impresión y sorpresa al comprobar que más que avances en salud pública lo que tenemos es un modelo de salud prehistórico.

Que aun tres mujeres se repartan una colchoneta para albergar como morada de descanso y reposo junto a sus recién nacidos es espantoso e infrahumano.
Si eso está aconteciendo en el Aybar, nos deberíamos imaginar lo que debe estar pasando en los demás centros de salud del interior del país.

Nos preguntamos después de esa revelación desconcertante e inaceptable qué ha pasado. Dónde están los supuestos avances y mejoras de la pasada gestión pública en salud. 

Seguimos con el mismo modelo de hace 40 años. Ojalá y antes de seguir invirtiendo recursos en equipamiento y remodelaciones, se defina un modelo de administración que pueda rendir cuentas y sea eficiente.

Los hospitales públicos necesitan una intervención, pero no sólo es de fondos y recursos, hay que empezar por definir nuevas reglas del juego. En los últimos 10 años, miles de millones han sido invertidos en mejoras y facilidades, pero mientras continuemos sin reglas y sin dolientes que sean exigentes y trasparentes esto será como echar agua  al mar.

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