Déficits educativos

Con el compromiso de todos los candidatos de cumplir con la ley en materia presupuestaria para la educación, la ciudadanía ganó…

Con el compromiso de todos los candidatos de cumplir con la ley en materia presupuestaria para la educación, la ciudadanía ganó una batalla. De hecho, varios de ellos han expresado la intención de ir más allá de la obligación legal y algunos han hecho interesantes propuestas de reforma y fortalecimiento de la educación.

Llama la atención, sin embargo, que varias de las propuestas electorales no mencionan los dos instrumentos más detallados y consensuados al respecto: el Plan Decenal de Educación y el Plan Estratégico Nacional, los cuales proveen rutas claras para el mejoramiento de la calidad y ampliación de cobertura del sistema educativo. En buena medida estos planes han sido letra muerta, en parte por la falta de financiamiento, de responsabilidad, de compromiso y de una ciudadanía fuerte que discipline a quienes toman decisiones.

Aunque no es menester reproducir los objetivos de esos instrumentos, vale la pena enumerar algunos de los déficits que deberían tener la más alta prioridad para cualquier gestión de gobierno.

Primero, cerca del 10% de la población dominicana de 10 años y más no sabe leer ni escribir. El analfabetismo resulta de la denegación de un derecho humano fundamental como lo es el de la educación, y constituye una de las privaciones humanas más básicas que limita gravemente las libertades de las personas. En la actualidad, a más de 30 mil niños y niñas mayores de cinco años, especialmente de hogares pobres y rurales se les niega ese derecho. Eliminar el analfabetismo e incorporar la totalidad de la población infantil al sistema escolar debe ser una meta central.

Segundo, apenas un tercio de los niños y las niñas menores de cinco años en la República Dominicana asisten al nivel inicial de educación. Eso significa que la mayoría de la población infantil, especialmente de hogares pobres, pierde una ventana de oportunidad para desarrollar tempranamente habilidades mentales y prepararse para aprender.

Tercero, debido al déficit de aulas y docentes, al elevado costo para las familias y al involucramiento prematuro en el trabajo, cerca de la mitad de los y las adolescentes no van a la escuela secundaria y menos del 20% termina el bachillerato. Los estudios secundarios proveen destrezas esenciales para el trabajo calificado. Como resultado de la baja cobertura en ese nivel, una proporción inaceptablemente alta de adolescentes y jóvenes van al mercado de trabajo con habilidades y probabilidades de ingreso muy limitadas.

Cuarto, según datos oficiales, más del 8% de los niños, niñas y adolescentes en las escuelas públicas del nivel básico reprueban y no son promovidos. Se trata de una proporción muy elevada que da cuenta de un sistema escolar y de condiciones en la familia y el hogar que obstaculizan el aprendizaje. Esto incrementa la probabilidad de deserción, de inserción desventajosa en el mercado de trabajo y de una precaria formación para un efectivo ejercicio ciudadano.

Quinto, cerca de un tercio de la población escolar está en sobre-edad, es decir, tiene una edad superior a la indicada para el grado que cursa. La entrada tardía en el sistema escolar, la repetición de grado y la deserción temporal vinculada a la pobreza y a la falta de documentación son las causas más importantes de la sobreedad.

Sexto, como lo revelan algunas de las pruebas internacionales más importantes y los resultados de las pruebas nacionales, el aprendizaje medio en las escuelas dominicanas es de los más bajos bajo cualquier estándar. Eso significa que aún entrando a tiempo al sistema, logrando no repetir cursos, y teniendo un desempeño por lo menos similar al resto de los y las estudiantes, el conocimiento y las habilidades adquiridas resultan significativamente inferiores a lo que se considera mínimamente razonable en cada nivel evaluado. Esto se asocia, entre otras causas, a inadecuados métodos y formación docente, escasos estímulos para un buen desempeño escolar en docentes y estudiantes, y a una precaria infraestructura.

De allí que eliminar el analfabetismo, lograr cobertura universal en los niveles inicial y básico, aumentar la cobertura en educación media, reducir la sobre-edad y la repetición en la escuela pública y mejorar la calidad de la enseñanza y el aprendizaje sean metas cruciales para cualquier gestión de gobierno. Midámoslas por esto.

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