Cuando empecé a ver el partido entre los Celtics de Boston y los Knicks de Nueva York ayer en la tarde, lo primero que me llegó a la mente fue la pregunta que siempre me hago cada vez que observo a Rajon Rondo jugar ¿Por qué no se le da el crédito que se merece dentro de la élite de los armadores de la NBA?
Cuando terminó el partido, una victoria para los envejecientes Celtics, quedé aún más confundido.
Rondo concluyó con una magnífica puesta en escena, digna de los armadores más completos en la historia de la liga. Fueron 18 puntos, 20 asistencias y 17 rebotes que no hicieron más que afianzarme en la primera fila de la gran legión que piensa que está al mismo nivel de los mejores. Ni siquiera voy a mencionar a los que están en la cúspide, porque no se trata de comparar, es un asunto de darle al chico de Boston lo que hace rato se merece: respeto.
Muchos analistas dicen que no tiene tiro (48% en su carrera desde el campo) mientras otra parcela entiende que Rondo hace lo que hace solo porque está en Boston, en clara referencia a sus tres compañeros que estoy seguro van directo al Salón de la Fama de Springfield, Massachusetts.
Sea cual sea la teoría que se esgrima en este sentido, puede que encuentre un obstáculo difícil de soslayar. Es Rondo, y no aquellos a los que señalan como los mejores “point guards” de la liga, quien ha ganado un anillo de campeón, prenda que le ha sido esquiva a muchos grandes.
Para pasar el balón se necesita mucho de uno mismo como jugador, para defender igual es necesario que usted tenga dotes individuales y en ambos casos Rondo es un premiere para su posición. Es que en sus cuatro temporadas completas en la liga ha estado en tres ocasiones en el quinteto defensivo (dos en el primer equipo) y ya ha liderado la liga en robo (2.3 en 2009-10), amén de que siempre está entre los líderes en asistencias al final de los 82 partidos de contienda regular.
Por estos y otros atributos que adornan su figura como jugador, Rondo tiene mi respeto ¿y el tuyo?
