Denuncias y anuncios, de Elsa Expósito

Temas que hoy ocupan las mentes más privilegiadas del planeta fueron abordados por la recién fenecida periodista Elsa Expósito en su libro “Denuncias y anuncios”, en el que sustrayéndose a la cotidianidad noticiosa decidió plasmar sus reflexiones

Temas que hoy ocupan las mentes más privilegiadas del planeta fueron abordados por la recién fenecida periodista Elsa Expósito en su libro “Denuncias y anuncios”, en el que sustrayéndose a la cotidianidad noticiosa decidió plasmar sus reflexiones sobre fenómenos tan conflictivos como el rol de los medios de comunicación en la sociedad capitalista hasta sus convicciones sobre la ciencia cósmica y otras cuestiones esotéricas no aptas para personas reacias a prestar atención a teorías que puedan socavar sus arraigados sistemas de creencias.

En un evidente esfuerzo por darle “al César lo del César y a Dios lo que es de Dios”, la comunicadora abogaba por mejores condiciones laborales para los periodistas, para que no tuvieran que compartir el ejercicio con labores propiciadoras de la autocensura, al tiempo que externaba su preocupación por el “crecimiento espiritual”, con un verdadero conocimiento de Dios, desterrando de las mentes mitos que entendía erróneos para la realización del ser humano como ente en constante evolución hacia dimensiones superiores de la existencia.

Acercándose a los planteamientos que hoy enarbola la física cuántica, Elsita, como la llamaban quienes la querían bien (para quien la conoció era muy difícil resistirse a quererla), argumentaba que Dios no es persona, sino energía. En Denuncia y anuncios calificaba como “presuntuosidad humana” el “hacer a Dios conforme a su imagen y semejanza”. Concluía en que “la Divinidad trasciende la materia y no es personificarle”. Algo que en estos momentos se convierte en verdad de Perogrullo, el acercamiento entre la ciencia y la religión tras milenios de incompatibilidades, lo advirtió Expósito cuando explicaba el fenómeno religioso como un campo de estudio para la psicología. “Sin duda para mí, la religión personal, íntima, de comunicación directa con las energías divinas, es la mejor de las religiones”, afirmaba. La psicología, ciencia invocada por la colega, responsabiliza al humano instinto gregario de la necesidad de congregación, sencillamente. 

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