Sorprende a comunicadores y sectores de la sociedad civil el manejo en el PLD de sus diferencias y conflictos internos. La costumbre mostrada por las demás organizaciones ha creado una cultura de torpeza; se espera que lo mismo suceda en el PLD, con los mismos resultados desastrosos.Desde que abrió el ingreso a su membresía, para convertirse en una organización electoral, a su seno ingresaron personas sin ninguna formación política, con vicios que enredan los conflictos y hacen de ellos un nudo chismoso que aprieta y no cede a una solución.
En este mismo sentido, ante la ausencia de organizaciones políticas fuertes de oposición y por las exitosas gestiones de sus gobiernos, se ha fortalecido, haciéndolo más atractivo para personas que buscan participación política y otros que necesitan legitimarse en la sociedad.
Desde el sector externo se han formado movimientos de apoyo que hacen todo tipo de negocios y buscan espacio hacia adentro del partido provocando una fuerte presión y creando un sentimiento que puede definirse con un dicho popular: “De afuera vendrán que de la casa nos echarán”.
Entre los que vienen del sector externo, por falta de formación política o porque arrastran una conducta propia de un mundo desorganizado, llegan por los espacios a ser ganados a breve tiempo, con dinero o codazos, desplazando a los dirigentes que con mucho tiempo, dedicación, lealtad y entrega cultivaron el derecho a esos espacios.
Esos compañeros emblemáticos, y los que vienen detrás, se han sentido amenazados por ese “poderoso sector externo” que logra alcanzar posiciones importantes en el Estado, por elección o designación, y con “presiones” busca pasar a mandos en el Partido para consolidarse; logran roles partidarios que reducen el liderazgo de miembros que por méritos se han convertido en dirigentes emblemáticos.
En el proceso de elección recién celebrado a cargos populares (congreso y municipios), y al Comité Central y al Comité Político, ha sido notorio el arribo de figuras de reciente ingreso que han pasado a ocupar posiciones que evidentemente debieron ser ocupadas por compañeros de grandes méritos.
Obviamente este hecho desnaturaliza la organización y se origina desde un escenario interno que no ha permitido su modernización. Se trata de una lucha interna por los liderazgos electorales a todos los niveles. De ser un partido que practica solidaridad, lealtad, convivencia y respeto, ha pasado a ser un mundo de desconfianza, zancadillas y lucha por más de lo mío.
Apelo a mis compañeros para que iniciemos sin mayores traumas la recuperación de esta organización, la cual cumple 43 años y es el resultado de las luchas históricas del pueblo dominicano. No dejemos que se la arrebaten al proceso dominicano, por personas que nada entienden de su significado. Trabajemos por su modernización y adecuación a estos tiempos del conocimiento, la tecnología y la comunicación.
El verdadero y gran conflicto del PLD, reflejado en medio de este proceso electoral, es superar sus debilidades que se manifiestan en su abultada e irreal membresía, en su estructura grupal y poco funcional, en la ausencia total de formación política y en su inutilidad para su renovación dialéctica.
Los peledeístas de siempre tenemos un desafío y es aunar esfuerzos y darnos una estrategia para recuperar las razones históricas de su existencia y los objetivos fundacionales.
