Desazón

El pasado miércoles,  con todo el entusiasmo del mundo, el presidente Danilo Medina Sánchez, viajó a Juana Méndez, Haití, para apoyar la iniciativa haitiana dirigida a recuperar los suelos y la cubierta forestal diezmados por la sobreexplotación.

El pasado miércoles,  con todo el entusiasmo del mundo, el presidente Danilo Medina Sánchez, viajó a Juana Méndez, Haití, para apoyar la iniciativa haitiana dirigida a recuperar los suelos y la cubierta forestal diezmados por la sobreexplotación.

Fue un acto hermoso en que Medina Sánchez plantó una caoba endémica, junto al presidente Michel Martelly. Una reafirmación del compromiso dominicano con Haití. Otra expresión de la voluntad dominicana de apoyar a ese país a superar los grandes problemas que propician la migración masiva hacia la República Dominicana. La misma solidaridad que se ha expresado en todas las políticas públicas en materia de salud y educación a lo largo de la frontera. Esa que movilizó al pueblo dominicano cuando el devastador terremoto del 12 de enero de 2010, con el único propósito de contribuir a la vida y la recuperación del hermano país.

Por eso resulta incomprensible la imprudencia de las autoridades haitianas de disponer la suspensión de la importación de pollos y huevos dominicanos, tan pronto la aeronave que condujo  al presidente dominicano a Haití aterrizó en suelo dominicano.

No se cuestiona la soberanía de las autoridades haitianas para decidir cuanto mejor entiendan sobre sus asuntos, pero delicadeza y nobleza obligan. Pudieron esperar unos días más, después de la visita del presidente dominicano.

El gobierno dominicano se ha conformado con lamentar la medida. Es comprensible. Entre los dominicanos comunes ha provocado desazón y desconcierto. Pudieron conversar previamente y plantear el problema de gobierno a gobierno, analizar la información de que disponen y verificar la fidelidad de la causa alegada. Simplemente, llenar los rigores de la cortesía y hasta de las reglas que impone la diplomacia.

Preocupa la actitud de Haití en una isla en la que todos los problemas son compartidos, y cuando en una parte se detecta un virus, el  cólera, por citar un ejemplo, en el otro rebrota al instante.

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