Desorden o indiferencia

Hace unos días, en la Asociación de Industrias de la República Dominicana, en un descanso de un taller de planificación, comentábamos sobre las peripecias que pasamos los que tenemos una columna que debemos entregar cada semana.

Hace unos días, en la Asociación de Industrias de la República Dominicana, en un descanso de un taller de planificación, comentábamos sobre las peripecias que pasamos los que tenemos una columna que debemos entregar cada semana.Todos concluimos que lo más difícil es el tema. Debe ser de actualidad, tiene que ser sobre algo que ocupe la atención de los que nos leen cada semana y sin dudas está la responsabilidad de entregar el material puntualmente, ya que el diario tiene el espacio pautado.

Personalmente, siempre ando con una libreta en los bolsillos porque las ideas vienen en los momentos que uno menos se imagina y si no las anotas se corre el riesgo de olvidar el tema que puede ser interesante.

El tema de esta semana me vino a la mente por un WhatsApp que me escribió temprano en la mañana mi buen amigo José Tomás Contreras, frustrado por la actitud de la joven Rossy Félix, esgrimista, quien por indisciplina perdió la oportunidad de realizar su sueño de convertirse en campeona de esa modalidad deportiva.

La actitud de esta joven talentosa es un reflejo de lo que sucede en el país. El lunes los periódicos destacaban en sus primeras páginas la tragedia de Sánchez, donde murieron 18 personas que viajaban en un camión.

Uno debe preguntarse ¿dónde estaban las autoridades? ¿Es que no lo vieron? ¿Es que no había autoridades por donde transitó el camión?

El problema es peor, he visto camiones llenos de agentes de la Amet, violando ellos mismos las más elementales leyes de tránsito y poniendo en peligro sus propias vidas.

Por igual sucede con la arrabalización que poco a poco destruye las ciudades y campos. Basura, construcciones ilegales, carros estacionados bloqueando paso peatonal, bloqueando entradas, en contravía, y lo peor es que si alguien osa llamarle la atención al violador es muy posible que reciba una andanada de insultos.

Los turistas se van asombrados del desorden y la suciedad, excepto los que no salen de las playas y enclaves turísticos, donde damos la impresión de que vivimos en países diferentes por el orden y la limpieza.

¿Cuál es la consecuencia de este caos? La falta de educación sin dudas, pero tiene que ver mucho el populismo, el que todo el que tiene un poco de poder se siente por encima de la ley y las mismas autoridades han llegado a un punto de temer por su empleo si le aplican lo que dice la ley.

¿Podemos seguir así? Sin dudas que no, porque si sumamos el desorden a la falta de seguridad, realmente tendremos que replantearnos el país que queremos.

Los primeros que tienen que dar el ejemplo son los funcionarios que entienden que no deben respetar semáforos. Pero no son los únicos, recuerdo en una oportunidad una señora, en un vehículo privado de muy alto costo, que tiró a la calle un vaso plástico. Recogí el vaso y en el próximo semáforo se lo pasé diciéndole que se le había caído. Ese día aprendí insultos que nunca había oído.

Todo esto tiene consecuencias, porque ya se nos conoce como un país sin ley, un país desordenado, que sin dudas afecta la inversión y en su momento afectará el propio turismo si no empezamos a tomar medidas drásticas para revertir este desorden.

Esa desidia se refleja en el trabajo, en hacer las cosas a medias, en la competitividad, porque todo esto trae costos a la economía y evita que muchos de nuestros conciudadanos mejoren sus condiciones de vida.

Pero quiero terminar con una nota positiva y señal de que cuando nos lo proponemos podemos hacer las cosas bien. El triunfo de nuestras voleibolistas que han venido desde hace ya algún tiempo poniendo el nombre del país en alto.

Como nota positiva también el esfuerzo del Ministerio de Obras Públicas de mejorar el tránsito urbano ampliando las esquinas para facilitar el giro a la izquierda, el eficiente monitoreo de la seguridad vial en las carreteras y que hayan retirado los enormes reductores de velocidad que sin duda causarían más accidentes y tendríamos que cambiar el tren delantero de nuestros vehículos con frecuencia.

Próximamente iniciamos un nuevo cuatrienio de gobierno, ojalá que las autoridades electas, especialmente los alcaldes, tomen en cuenta que un país sin orden es un país condenado al fracaso.

A los ciudadanos, que una de las maneras de alcanzar el éxito es por medio de la constancia en hacer las cosas correctas todos los días. Que no es suficiente hacer algo bien hoy, hay que respetar las leyes y actuar con entusiasmo y dinamismo todos los días. Eso tiene que ser una constante del diario vivir. Tiene que convertirse en una rutina dejar la desidia, el hacer las cosas por salir del paso o simplemente acostumbrarnos a vivir en medio del caos y la inmundicia. 

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