Determinaciones

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No es solo cuestión de suerte que algunas sociedades tengan mayor bienestar y desarrollo que otras, en adición a factores favorables como riquezas naturales y ubicación geográfica, la determinación de sus habitantes en lograr ciertos propósitos es  fundamental.

Basta con revisar la historia de algunos pueblos para entender la fuerza y perseverancia con que siguieron sus planes, desde el legendario pueblo judío hasta el pueblo nipón.  Esa determinación ha hecho que a pesar de grandes tragedias y fracasos, como sucedió con Alemania luego de terminar vencida y destruida por su  ominoso papel en la segunda guerra mundial, haya podido resurgir de las cenizas y  reconstruir su pasado no solo a través de las increíbles restauraciones de edificaciones y monumentos, sino del dinamismo económico que la hace potencia mundial.

Hay dos hechos de gran determinación que marcan nuestra historia, la decisión de ser un país independiente de toda dominación extranjera impulsada por el patricio Juan Pablo Duarte y la de ser un país libre y democrático, liberándonos del yugo del dictador Trujillo.  Sin embargo, nos ha faltado perseverancia y firmeza para lograr otros objetivos, en gran medida porque  hemos tenido pocos líderes inspiradores capaces de perseguir propósitos de Nación y muchos  autócratas que solo han pensado en su permanencia en el poder.

Las sociedades, al igual que los seres humanos, solo pueden cambiar cuando así deciden hacerlo.  Tenemos ejemplos cercanos en nuestra propia América Latina de países como Chile y Colombia, que en distintas circunstancias decidieron transformarse, uno en el plano económico, habiendo logrado  que el éxito económico no fuera un producto de la dictadura sino un bien propiedad de todos los chilenos que han sabido preservar y mejorar luego de la transición democrática y la concertación,  estando al borde de pisar los umbrales del primer mundo; y, el otro, en el plano político institucional, un país que decidió revertir el caos, el terror y la separación de una sociedad secuestrada por el narcotráfico y que en poco tiempo comenzó a recibir los frutos de su determinación.

Hemos tenido  discursos demagógicos  en demasía pero hemos carecido de determinaciones importantes como país, aunque  algunos visionarios  actuando individualmente han logrado importantes  transformaciones.

Necesitamos precisamente de determinaciones colectivas, de un deseo compartido de búsqueda de un objetivo.  Nuestros líderes políticos nos arrastran por los caminos de sus rivalidades y egoístas aspiraciones, pero debemos lograr lo contrario,  que esos líderes tengan  que transitar el camino que nos hayamos determinado recorrer, como forma obligatoria de poder alcanzar nuestro  apoyo.

Una sociedad en la que un alto porcentaje de su población tiene como aspiración emigrar en búsqueda de oportunidades, como es el caso nuestro, no anda bien.  Por eso nuestra aspiración debe ser, convertirnos en un país que funcione de una manera tal, que la mayoría decida querer vivir en esta tierra, no solo porque es hermosa y porque su gente es buena y alegre, sino porque existan oportunidades para todos y donde  estemos dispuestos a cumplir las reglas que en otras latitudes cumplimos, por temor al castigo. Trabajemos para que eso sea una realidad  en este nuevo año.

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